Quiero en primer lugar saludar la incorporación de José Luis a estas conversaciones, que iniciamos Carlos Mejía y yo, por dos razones. En primer lugar por la dilatada, intensa y extensa, y autorizada, experiencia de José Luis en temas sindicales. Y en segundo por haberlas acogido en su acreditado y prolífico blog, que se ha convertido en un referente en medio mundo, quizás más incluso.
En su primera entrada a estas conversaciones (más que debate) sobre la “autoreforma sindical” incorpora José Luis un tema clave en mi opinión: la democracia, la democracia como antídoto a las dependencias, me atrevería a apostillar. A ello quiero referirme en esta quinta entrega.
Antes, una observación sobre “dependencias” e “interdependencia”. Considero ésta como una relación mutua desde la igualdad, de recíproca influencia entre sindicalismo y política, mientras que la “dependencia” significaría más bien una relación de subordinación en uno u otro sentido.
Volviendo a la democracia como instrumento esencial de la autonomía o independencia, en la medida que supone la dependencia del propio colectivo por parte de sus órganos de representación y dirección. Democracia como forma de relación interna, y en un doble sentido también, ya que no supone solamente que los grupos dirigentes, de gobierno, pregunten, sino que además dirijan, orienten, con capacidad para auscultar el resultado de su gestión. Y para ello será necesaria no sólo la voluntad de hacerlo, la capacidad para hacerlo bien. Serán necesarias también normas, como apunta José Luis. Algunas de tales normas pueden referirse, por ejemplo en los estatutos de nuestra Confederación de Comisiones Obreras, al régimen de incompatibilidades entre los órganos de dirección y de responsabilidad del sindicato respecto de los políticos, de los partidos e institucionales.
Seguramente es útil añadir que el ejercicio democrático en toda organización supone la combinación de las normas adecuadas con una voluntad no sólo de cumplirlas formalmente sino de asumir sus objetivos. Voluntad en los órganos de dirección y voluntad también en el conjunto del colectivo.
Plantea José Luis una interesante reflexión sobre el tema referido también a los procesos de negociación colectiva, tanto en la elaboración de las plataformas como en la firma de los posibles acuerdos. Yo añadiría que considerándolo casi más importante en la propia elaboración de la plataforma, es necesario que este ejercicio democrático, de relación entre la dirección y el colectivo, debe también desarrollarse a lo largo de todo el proceso de negociación. Y de nuevo los contenidos pueden ser más importantes que la propia fórmula de resolución final, como puede ser un referéndum. Algunos ejemplos interesantes en este sentido aparecen en la historia del sindicalismo italiano.
Y otra consideración aún. Pueden haber dos niveles de democracia. La interna de la organización y la de la relación de ésta con el colectivo al que pretende organizar, lo que es particularmente importante en el sindicalismo. De hecho, esto plantea el problema, otro y muy interesante, del propio concepto de organización "de vanguardia" y el sentido de ésta, o de organización "de masas" y su necesaria diferenciación, pero ello podría ser objeto del posterior desarrollo de esta conversación a 3 bandas.
Lo escrito hasta ahora, las 4 primeras entregas, se puede seguir a través de la última de José Luis al respecto:
OTROSI: al ir a colgar estas notas en mi blog veo que José Luis ha incorporado ya al suyo un “borrador” de su intervención en la prevista próxima presentación, el 26 de marzo, de otras conversaciones, “Conversaciones en Colomers”, que sobre la transición sindical y política en España abordamos con nuestro amigo Carles Navales, que nos dejó en 2011, y coordinados por Javier Tebar:
En realidad se trata de algo bastante relacionado con estas conversaciones de 2012 porque arrancaba del eterno tema de sindicalismo y política. Pero también muy distinto. Para complementar las consideraciones de José Luis, algunas notas: el quehacer diario de la política y el sindicalismo se orientaba en primer lugar a la constitución de ”espacios de libertad” en el marco de unas instituciones formalmente fascistas y al ejercicio de derechos conquistados día a día; el instrumento del “Congreso Sindical Constituyente” se pensaba como proceso para crear el “Sindicato unitario”, que emanaba de los centros de trabajo (1 delegado por cada 10.000 trabajadores, no por x afiliados), y no precisaba de una “ruptura” previa, sino que sería una contribución a la misma; hablábamos de “Huelga General” , pero le añadíamos “Política”, porque tenía que ser elemento clave para esa ruptura, con el protagonismo determinante de la clase trabajadora, y estímulo, definitivo, para la “Huelga Nacional Pacífica” como “revolución democrática” de toma del poder. De todo ello hablamos en Colomers, en el libro queda registrado, y algo comentaremos el 26 de marzo.
Pensaré más sobre el concepto de "interdependencia". De momento no me es muy simpático. En todo caso, como novedad sugerente sería necesario que (ya que has abierto la sandía) escribas más al respecto. El día 26 --a la hora de la cena, si te parece-- le damos vueltas al asunto.
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