Desde Pekín intenté conectar con mi blog para
insertar este comentario, pero me fue imposible. Tampoco pude conectar con
“metiendo bulla” y encontré muchos problemas para entrar en Google. De regreso
ya, incorporo la nota escrita en la capital china:
José Luis López
Bulla propone (http://lopezbulla.blogspot.com.es/2013/10/sindicalismo-europeo-y-sindicalismo.html)
una
interesante reflexión sobre ambos sindicalismos y su interrelación en el marco
de una globalización que, en palabras de
Javier Solana, supone que “por primera vez en siglos, el foco de la economía
global está desplazándose hacia el este”.
Plantea José
Luis, y creo que con toda la razón, que ello va a repercutir inevitablemente en
ambos sindicalismos y su relación. Sin pretender “despejar incógnitas”, como
pide mi amigo, pero sí contribuir a ello a través de la necesaria reflexión de
todos los muchos actores implicados, apunto a continuación algunas notas al
respecto. Y lo hago desde China, donde he tenido ocasión de visitar algunas
fábricas del calzado y de la confección
de la zona de Guangzhou (Cantón) y de entrevistarme con trabajadores y
con algunos considerados representantes, que sin embargo lo eran más o menos,
menos que más. En Beijing (Pekín) he podido conversar “oficiosamente” con
responsables de las Oficina Internacional de la ACFTU (“Federación Nacional de
Sindicatos de China”).
En la
elaboración del correspondiente y próximo informe “China 2013 – Una nueva aproximación
sindical V” volveré sobre el tema a través de las consideraciones que este
viaje me ha suscitado sobre el actual “sindicalismo” chino.
Parte José Luis
de la consideración de que “el sindicalismo o los sindicalismos europeo/s” va/n
a resultar afectado/s. Me parece que ya están siendo afectados desde hace unos
años, pero lo están siendo cada vez más en la medida que la globalización
supone un desplazamiento hacia el Este de la actividad industrial, nuevas vías
y contenidos de la comercial, así como un emplazamiento a las organizaciones
nacionales y supranacionales, las sindicales entre ellas, para afrontar las
problemas que de ello derivan.
Tras las
reticencias ante la globalización por la “deslocalización“ que comportaba y
algunas tentaciones proteccionistas, también chovinistas, que contaminaron al
sindicalismo, pudimos empezar a discutir (algunos más que otros) qué
significaba realmente nuestra frase de “globalizar los derechos”. Se desarrolló
sin embargo manteniendo muchas veces un talante eurocentrista no sólo
inadecuado sino además inútil, sin asumir la responsabilidad del sindicalismo
de las casas matrices de las multinacionales, y encubriendo de paternalismo
sindical tal irresponsabilidad.
Estas
importantes limitaciones se expresan aún en los órganos de dirección de las
estructuras sindicales supranacionales en las que el peso afiliativo del
sindicalismo europeo, sobre todo del centro y norte, se traduce en una
composición por la que éste difícilmente puede (y no está claro si quiere)
jugar el papel global que le correspondería. Probablemente para que esto sea
realidad no sería imprescindible que, por poner un ejemplo, hubiera menos
alemanes en sus órganos de dirección, sino solamente que dejaran de parecerlo
en su gestión sindical de dichos organismos, lo que también es válido para
todos los dirigentes sindicales supranacionales con documento de identidad de
los países más desarrollados.
Partiendo de que
el sindicalismo europeo no acaba de asumir que en la propia Europa, en la Unión
Europea, hay también intereses contradictorios Norte-Sur, y Norte-Este, será
difícil que entienda a fondo cómo y en torno a qué intereses comunes construir
la solidaridad internacionalista hacia el Este mundial (que da la vuelta y
llega a Latinoamérica).
En cuanto al
sindicalismo asiático, entiendo que es muy difícil considerarlo como un todo
con una suficiente coherencia, por la evidente heterogeneidad de realidades.
Desde una China, donde no puede hablarse en mi opinión de sindicalismo
organizado sino de una aparentemente muy lenta evolución del sindicalismo
oficial y de brotes huelguísticos que apuntan a un nuevo sindicalismo en un
futuro creo, espero, no muy lejano, hasta la atomización de los muchos, algunos
importantes, sindicalismos indios, o los pequeños y dispersos sindicalismos de
Bangladesh, o el incipiente de Vietnam, pasando por interesantes experiencias
sindicales en Camboya.
Sin embargo el
importante desarrollo industrial de estos países apunta a unas inevitables
tendencias de sindicalización de los millones de trabajadores que allí ocupan
un lugar destacado en las cadenas de producción de los productos del comercio
mundial y en el consumo de los países del Norte.
De los evidentes
intereses inmediatos que existen, y que generan inevitablemente sindicalismos
en cada lugar, habría que pasar a detectar, y transformar en acción y
organización, los menos evidentes intereses globales. Y ello sólo puede,
debería, ser tarea conjunta y coordinada con activa participación del
sindicalismo europeo y del asiático.
Que a día de hoy
más de la mitad de la clase trabajadora mundial esté integrada en las cadenas
de producción de las empresas multinacionales no puede dejar de tener una
directa incidencia en la construcción del nuevo, pendiente, sindicalismo
global. Pero éste sólo tendrá posibilidades, y sentido, en torno a los
intereses comunes de los trabajadores del mundo, del Norte y del Sur, del Este
y del Oeste. Su determinación y consciente asunción es una sin duda difícil,
pero apasionante, tarea.
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