Con esta entrega comienzo mis aportaciones a este Debate sindical impulsado por el amigo José Luis López Bulla
Me permitirán los amigos de la
Academia partir de su primera pregunta (“¿Son
los sindicatos ‘dinosaurios en vías de extinción’?”) para responder
negativamente y con contundencia tanto a ésta como a la segunda (“¿Conviene protegerlos en ‘reservas
jurídicas’?”). Creo más bien que se trata de sacudir las modorras sin miedo
a las inclemencias del tiempo. Para contribuir a ello aporto a continuación
algunas reflexiones.
1. El
punto de partida debe ser la crisis y su repercusión en las condiciones de vida
y de trabajo de la gente, así como en la crisis de confianza en las
instituciones, en la clase política entendida como las personas que individual
o colectivamente deciden., decidimos, sobre la vida de los demás. Y los
sindicatos somos parte de esta “clase”. Asumir tal desconfianza como punto de
partida, determinar sus formas de expresión más concretas para intentar
superarla.
2. La
acentuación de esta desconfianza se traduce en una radicalización de la
exigencia de democracia. Si de ello derivan nuevos y/o más eficaces mecanismos
de intervención de los/as trabajadores/as en la solución de los problemas
colectivos, en la vida colectiva, bienvenida sea. Sobre todo después de una
etapa que se teorizaba como de desafección generalizada a la “cosa” colectiva,
como una tendencia a la individualización. Una radicalización de la exigencia
de democracia que parece derivar en voluntad de intervención permanente, lo que
resulta positivo aunque consista en reivindicar la intervención como defensa de
intereses particulares. Quizás constituya ahora la forma de implicar a los
individuos en el interés colectivo, el “sindical” (es decir “de la clase
trabajadora”) en todo caso.
3. Y
junto con la desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones, de los
trabajadores hacia el sindicato, hay que considerar la desconfianza de las
personas que integran las estructuras de la clase política, particularmente las
estructuras medias del sindicato, en su propia capacidad para resolver los
problemas que se les plantean. Es decir para jugar el papel que se supone que
les corresponde. Desconfianza que en este caso puede también calificarse de
“desmoralización”, con importantes dosis de inseguridad y desorientación.
4. Es
conveniente analizar ambas desconfianzas porque no son idénticas ni tienen la
misma raíz. La de las personas de la estructura, su sensación de impotencia,
deriva esencialmente de la conciencia, más o menos clara, de no saber cómo
avanzar ante los problemas de la crisis, no tanto por no ganar, sino por la
sensación de no saber por dónde avanzar. La desconfianza del colectivo parece
derivar más bien de la traducción de tal impotencia en la sensación de haber podido
ser engañados, estafados, por las organizaciones, por las personas que las
integran, particularmente por las que las dirigen.
5. Hay
que entender tal voluntad de mayor democracia para asumirla dirigiéndola, no
dejándose arrastrar por sus modas. Con el análisis de las tendencias que al
respecto se manifiestan, entre las formas de democracia directa (con su posible
degradación “presidencialista”, de “caudillaje”) y representativa (degradada
ésta por la desconfianza en los representantes, en las formas para designarlos,
en las formas para delegar responsabilidades, o en las formas para tomar
decisiones).
6. La
corrupción aparece en la cúspide de esta desconfianza. El sindicato ha
resultado salpicado por su supuesta, o percibida como tal, complicidad, resultado
de su integración en la clase política.
7. Habrá
que prestar expresa atención a las formas concretas de corrupción y a las
respuestas aplicadas o apuntadas (¿qué hacemos en los Consejos de
Administración?, …). Podemos, o debemos, preguntarnos si es conveniente no
estar en éste u otros espacios para no contaminarse, porque el poder puede corromper
y desgastar. Pero más lo hace, de otra forma, la inutilidad entre otras, no
tenerlo, porque el sentido propio del sindicalismo es precisamente conquistar
espacios de poder.
Para una reflexión eficaz sobre todo
ello hay que evitar repetir análisis conocidos, preguntas conocidas, respuestas
conocidas, dudas conocidas, … tópicos conocidos. Consciente de que no es fácil, voy a intentar aportar algunas propuestas o sugerencias en próximas entregas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario