El pueblo
griego se ha pronunciado y ha dado la victoria a Tsipras, es decir ha decidido
que sea él quien gestione la aplicación del duro acuerdo con los acreedores que
el mismo negoció.
Parece que en
el espacio político de la izquierda somos bastantes los que nos alegramos de que haya sido así. Por ello me parece de interés alguna consideración de lo que
esto implica, consciente o inconscientemente.
Parece que
todos los que así opinamos coincidimos en que el acuerdo suscrito por Tsipras significa
un nuevo varapalo al “estado de bienestar” de los griegos. Pero, supongo, que
nuestra opinión significa que pensamos que para los griegos es preferible que la
aplicación de este nuevo acuerdo lo gestione Tsipras. Si es así, es porque,
conscientemente o no, entendemos que no había otra opción. Porque si la hubiera
mejor en la actual realidad económica, social y política, es decir si Tsipras
se hubiera equivocado al firmar el último plan de rescate, hubiera sido
preferible que el pueblo griego le hubiera quitado su apoyo (castigando su “traición”),
y que el plan ahora pactado la gestionara la derecha, y luego pasarle cuentas a
ésta.
Si nuestro
apoyo a Tsipras y su política concreta fueran correctos desde una estrategia o
perspectiva de progreso, supongo que lo deseable sería que los sindicatos
griegos discutieran con el gobierno de su país cómo debe desarrollarse la
aplicación de este acuerdo. Una discusión en la que pudieran haber desacuerdos
(el sindicato discute desde la perspectiva de la clase trabajadora, el gobierno
debe hacerlo desde la de toda la ciudadanía, y no es exactamente lo mismo).
Pero todo ello desde el mismo lado de la trinchera, asumiendo el desafío. No he
leído ninguna información al respecto, y me temo que no ha sido ni será así, conociendo
un poco la práctica sindical griega durante los últimos años, y las posiciones
del sector escindido de Syriza así como del Partido Comunista, muy influyente
en una muy importante minoría del sindicalismo griego.
No pretendo
desde aquí y ahora discutir con los compañeros griegos su estrategia y táctica
sindicales, pero sí exteriorizar alguna consideración sobre una cuestión que,
con matices distintos, pero matices al fin y al cabo, también nos afecta a
nosotros, a todo el sindicalismo europeo y, creo también, internacional o
global.
Y es que
Tsipras, y Syriza con él, ha asumido que la austeridad era necesaria. Intentó otra salida tras
una cierta confusión en su primer desafío electoral y en el referéndum, pero
ahora está clara la opción decidida. Ha firmado el acuerdo y ha planteado a los
griegos la necesaria gestión del mismo. Con ello proclama además que la
aplicación de la austeridad no es unívoca (cómo, cuándo, cuánto, dónde, …).
No estamos ya
en Europa, tampoco en España, en el punto álgido de la crisis, pero sí
subsisten espacios que no han despegado y otros en los que la discusión de cómo
lograr una mayor eficiencia está abierta. Y quizás la senda futura no debería suponer
repetir experiencias pasadas en cuanto a modelo de desarrollo, de inversión, de
consumo, … Establecer un nuevo rumbo al proceso de avance exige una permanente
reflexión sobre lo que vivimos, nosotros y otros.
La
experiencia griega me parece de gran interés. Y nuestra apuesta es el triunfo de Tsipras. ¡Que
así sea!
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