Durante años los compromisos de la Responsabilidad
Social Empresarial se limitaban de hecho a la casa matriz y sus filiales, con
tímidos y equívocos requerimientos a sus proveedores, contratas y subcontratas.
Más precarios aún eran los instrumentos de control empresarial, por no
mencionar los prácticamente inexistentes instrumentos de intervención sindical
en el conjunto de las cadenas de valor, denominadas también de producción, o de
suministro, y distribución.
En ello hemos estado algunos trabajando desde hace
años, con el Acuerdo Marco de IndustriALL Global Union con Inditex (para el que
el año próximo significará su décimo aniversario) como referencia principal,
desarrollando diversas iniciativas sindicales de aproximación a las fábricas
que le suministraban las prendas de sus diversas marcas (5.780 fábricas con
1.417.521 trabajadores, en 45 países, en 2015), interviniendo en su
aplicación y publicando los
correspondientes informes. El Acuerdo Marco Global recientemente suscrito con
H&M (ya es el segundo en el sector de la industria del vestido) a ello
habrá sin duda de contribuir, siendo un paso fundamental para tal objetivo el
“Acuerdo para la prevención de incendios y por la seguridad de los edificios”
suscrito por más de 200 marcas con IndustriALL Global Union y con UNI.
Es necesario subrayar también que en los últimos
meses el tema ha saltado a la primera página, con múltiples foros en los que el
concepto de RSC se aplicaba ya con claridad a toda la cadena de valor. La
expresión más elocuente ha sido sin duda la recientemente clausurada
Conferencia de la OIT 2016 en la que el “trabajo decente en las cadenas mundiales de
suministro” ha constituido el tema de su cuarta Comisión, en la que
participé como integrante de la delegación confederal de CCOO.
La decepcionante resolución final de esta Comisión[1] no puede
ocultar sin embargo que esta cuestión haya sido un elemento central de la
propia Conferencia OIT y que en ella se haya planteado con fuerza, aunque no
aprobado formalmente, la necesidad de avanzar hacia un nuevo Convenio OIT para
sintetizar y actualizar las diversas normas de aplicación a todos los centros
de trabajo de las cadenas de valor de las multinacionales, lo que tendría una
gran significación al suponer éstas en el mundo el 50 % de la clase
trabajadora, el 60% de la producción y el 80 % del comercio. Falta ahora
comprobar cómo abordan esta cuestión los órganos de dirección de la propia OIT
y si se crea de inmediato, o no, una Comisión tripartita de expertos para
trabajar en tal sentido.
Otra expresión la constituye la integración de esta
cuestión en la Conferencia de “Workers’ Capital” (organización que integra a
grandes fondos de pensiones sindicales y a estructuras confederales sindicales
del mundo) celebrada en Amsterdam los días 7 y 8 de junio y en la que intervine
con el guión que se encuentra en:
[1]
Nuestra propuesta, que ni siquiera se pudo debatir en el plenario, planteaba 3
puntos concretos:
1. Que
las multinacionales den detallada información de toda su cadena de suministros
(filiales, contratas, subcontratas y proveedores) al sindicalismo global y a
los sindicatos de cada país donde se encuentran, estableciendo el derecho de
éstos al acceso a todos los centros de trabajo correspondientes.
2. Que
la OIT inste a la OMC a exigir que los productos objeto del comercio mundial
acrediten trabajo decente y garantías medioambientales en su fabricación
3. Que
se acuerde elaborar un nuevo Convenio de la OIT para el trabajo decente en las
cadenas mundiales de suministros refundiendo y actualizando las diversas
normativas globales al respecto
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