viernes, 5 de octubre de 2018

7 de octubre: una fecha y un significado cuya plena asunción sindical están aún pendientes


Cuando me invitan a actos sobre la acción social por el trabajo decente en el mundo, planteo a veces una pregunta a las personas asistentes: ¿Cuántas saben qué significa la jornada del “7 de octubre”? Y en alguna ocasión añado otras preguntas: ¿cuántas, de las que lo saben y de las que no lo saben, son sindicalistas? ¿cuántas, de las que conocen su significado, han planteado en su centro de trabajo alguna forma de participación? Y lo mismo sería interesante preguntar a quienes estén leyendo estas notas. No añado las respuestas, aunque sí quiero señalar que no resultan demasiado positivas.
Porque el 7 de octubre es, nada menos, la JORNADA DE ACCIÓN SINDICAL MUNDIAL POR EL TRABAJO DECENTE. Y, si no me equivoco, este año es el onceavo desde que lo instauró como tal la Confederación Sindical Internacional (CSI).
Leyendo algunas de las proclamas sindicales en torno a esta fecha me asalta otra preocupación cuando constato que muchas organizaciones sindicales convocan ese día en torno a sus particulares (ciertos sin duda) problemas de violaciones de los derechos básicos del trabajo en sus ámbitos específicos. Pero, ¿qué plantean el resto del año? ¿acaso los problemas apuntados no constituyen el eje de su acción sindical permanente, de cada día? Porque es evidente que en todos los países de relaciones sociales capitalistas hay agresiones a los derechos que definen el “trabajo decente”, tanto en los del Norte (geográfico y social) más desarrollados, como en los países emergentes, tanto en los que se basan expresamente en la propiedad privada y la explotación del trabajo ajeno, como en los que lo disfrazan con diversas fórmulas (China, Cuba, …).
Porque, si se convoca una jornada de acción sindical mundial por el trabajo decente, convendría en mi opinión centrarla en una reivindicación que en sí misma uniera a la clase trabajadora mundial, que justificara una convocatoria común. ¿Por qué no, algún día, una jornada de huelga mundial? (con mi inmediata afirmación de que no debería ser una convocatoria de “farol”, sino suficientemente asumida para que en su asunción y preparación participen millones y millones de trabajadores del planeta para que luego lo hagan en su desarrollo). Estoy simplemente proponiendo lo mismo que hacemos en una fábrica cuando se convoca una huelga por su convenio, o en un sector por su convenio sectorial, …, es decir con una reivindicación conscientemente común, que une, que justifica precisamente la coincidencia en el contenido y en el tiempo de la movilización. Y desde esta perspectiva de unidad y coincidencia, de coordinación y solidaridad, se vincula conscientemente esta reivindicación central, la más movilizadora, con las particularidades de cada lugar, de cada colectivo, incluso de cada persona.
Para la “jornada mundial de acción por el trabajo decente” entiendo que la reivindicación central, unificadora, necesariamente movilizadora, debería ser la globalización de los derechos básicos del trabajo (libertad sindical y derecho de huelga, salario vital, jornada de trabajo decente, seguridad, salud y derecho a la vida, …).
Éstos son seguramente objetivos movilizadores allí donde más evidente es su permanente y grave violación, como sucede en la mayoría de los países, para la mayoría de la clase trabajadora mundial. Pero la globalización de los derechos debería ser también elemento de fuerte movilización en los países supuestamente más favorecidos, para los colectivos de la clase trabajadora en los ámbitos que se puedan considerara “privilegiados”. Y no sólo como expresión de solidaridad altruista, de apoyo a los más desfavorecidos, que también, sino porque la generalización de los derechos es de su propio interés, precisamente para no quedar aislados, porque de su aislamiento derivaría su debilitamiento, y de éste la pérdida de derechos, un fenómeno del que la historia del sindicalismo, y de cada centro de trabajo, nos ha dado miles de ejemplos. Porque la solidaridad (esencia por otra parte del sindicalismo) no sólo es de interés de los que la reciben, sino también de los que la practican. Pero hay que entenderlo y explicarlo, traducirlo en acción, y el 7 de octubre debería ser una buena, no única, ocasión.


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