En su blog
“metiendo bulla” (Mi desacuerdo con Isidor Boix) José Luis precisa los desacuerdos que aprecia entre
nuestros dos trabajos (Las razones para la unidad sindical y REFUNDACIÓN: una propuesta para el necesario cambio sindical, para un nuevo sindicato) publicados por “pasos a la izquierda” en su número
4.
Creo que su
demandada “prudencia” para abordar el proceso constituyente hacia la unidad
sindical orgánica la aplica también mi amigo al analizar nuestras posibles
discrepancias y definirlas como “dos”. Yo aprecio algunas más. Y considero de
utilidad airearlas, sobre todo para ayudar a entender lo que decimos, para
entenderlo nosotros (que estimo lo sabemos bastante), pero sobre todo los lectores que sigan este debate. Porque
hablamos de cosas muy serias, y creo de bastante interés.
La principal
en mi opinión no radica en las “normas” para el Congreso Constituyente sobre
las que luego volveré. La esencial estaría en la propia concepción de éste, en
sus razones, en la “urgencia” con que lo planteo, y que supone precisamente por
ello también mi desacuerdo con la interesante aportación al debate de Paco
Rodríguez de Lecea (El dilema confederal).
Mi propuesta
es la “refundación sindical”, preferiblemente unitaria, pero no necesariamente.
Porque la razón fundamental radica para
mí en la actual y grave crisis sindical en el marco más general de crisis de
las instituciones de representación social, la crisis de confianza de los
pretendidos representados hacia sus supuestos representantes. No son por
ello prioritarias las efectivas razones históricas para la unidad orgánica
partiendo de la más favorable coyuntura que resulta de la unidad de acción,
como bien señala José Luis, aunque ésta no deba darse nunca como
definitivamente consolidada sino como permanente objetivo a construir día a
día, precisamente a través de la propia acción sindical.
En el
mencionado artículo, base del desacuerdo, intenté subrayar esta crisis de
confianza de la clase trabajadora hacia el sindicalismo organizado como
elemento central que demandaría tal refundación, unitaria o no, y que desde
CCOO propongo se dirija a su espacio sindical entendido éste en su sentido más
amplio, es decir su actual estructura, pero también sus “simpatizantes”,
particularmente su votantes en las elecciones sindicales, incluidos los
numerosos delegados no afiliados. Y a lo dicho allí, intentando profundizar en
esta cuestión para mi esencial, me remito. Creo además que sería una buena
forma, ahora ya, precisamente para avanzar en la propuesta de Paco Rodríguez
de “organizar sindicalmente a los
trabajadores no organizados”.
En cuanto a
las normas, se trata esencialmente de una primera propuesta, a matizar
naturalmente por quien asuma la responsabilidad de impulsar tal convocatoria. Y
coincido con José Luis en su carácter de “extrema dureza” y en la posible, o
previsible, resistencia de los “que se benefician del ordenamiento antiguo”, en
palabras de Maquiavelo recordadas por mi amigo.
Entiendo que
para recobrar la confianza son necesarias, aunque no suficientes, medidas
excepcionales, y a ello apuntan las limitaciones que sugiero, pensadas para
dicho proceso “constituyente”, no necesariamente como normas eternas (ninguna
debería serlo nunca). Pero otra observación aún: que algunos de los actuales
dirigentes a los diversos niveles no puedan ser reelegidos en su misma función no
significa que se les “vete”. Significa solamente que podrían seguir aportando a
la actividad sindical desde otros ámbitos de organización, “inferiores” y
también “superiores”. Que muchos otros hay.
Me
resta solamente agradecer a José Luis su “provocación”, respondiendo a la mía. Creo que ayuda a avivar
el debate sobre una cuestión que considero esencial para la supervivencia de
las actuales organizaciones, y quizás formas, sindicales. No para el
“sindicalismo”, que creo garantizado mientras subsistan las relaciones de
trabajo “asalariadas”.
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