miércoles, 18 de octubre de 2017

Sin líderes en quienes confiar … pero con televisión, “mossos”, y ahora “mártires”. ¿Cómo salimos de ésta?



 Ésta es la impresión y preocupación que me produce el movimiento independentista de Catalunya en este momento. Parece movilizar a algo más de 2 millones, en torno a un tercio de la población, de lejos el sector mayoritario desde la perspectiva de una movilización activa en torno a un objetivo concreto, la independencia, que es prácticamente el único objetivo vivo hoy en la sociedad catalana.

Precisamente por ello es más lamentable el nivel de incompetencia e irresponsabilidad de los que lo promueven y supuestamente lo dirigen. Les ayuda sin duda la irresponsabilidad e incompetencia del Gobierno del PP y su dependiente fiscalía, con la hazaña ahora de acusar de “sedición” a los dirigentes de las dos entidades independentistas de masas cuyo principal mérito hasta ahora ha sido en mi opinión haber sabido impulsar un movimiento nacionalista, enorme, pacífico en alto grado, con escasísimos momentos de pérdida de control por los que no se les puede ni debe responsabilizar. Pero ya parecen “mártires”, otro logro de unos y otros.

Los dos Jordis, con la tripartita alianza PDeCAT-ERC-CUP, han ciertamente impulsado el movimiento independentista, vacío aún de todo otro contenido social o político. Y que ha llegado a un impass importante del que no está claro que sepan cómo salir, aunque puedan aún darnos nuevas muestras de incompetencia vestidas de “audacia” y “astucia”.

Considero de un enorme interés entender, y valorar, las movilizaciones del 11-S de los últimos años y particularmente la del 1-O de éste, que no fue ciertamente un “referéndum”. También la de ayer y la del próximo sábado. Pero algo muy importante sí han sido, son. Porque mi profundo desacuerdo con sus contenidos, con la independencia, no me lleva a no apreciar lo que están suponiendo. Por ello precisamente me parece que lo peor para el futuro inmediato y mediato sería la frustración de este movimiento, que pudiera sentirse engañado por “los políticos”, por “la política”.

Estoy de acuerdo con los que plantean que la lógica de nuestra historia, de nuestra positiva historia, Constitución del 78 incluida, sitúa como principal sujeto político al pueblo español en su totalidad. Y a él hay que apelar para modificar nuestra Constitución. Pero nada impediría realizar primero, o paralelamente (en todo caso de forma autónoma) una Consulta en Catalunya, que, debería (y podría) ser “políticamente” vinculante, aunque no lo fuera “jurídicamente” de forma automática. Ello supone evidentemente el acuerdo para su convocatoria (y para la asunción –política- de sus resultados como garantía de seriedad y significación) por parte de las principales instituciones y fuerzas políticas y sociales del Estado y de la Comunidad Autónoma, Gobierno y Govern del momento incluidos. Una convocatoria, y el acuerdo para la misma, que debería incorporar las garantías democráticas de pregunta (no es secundario), censo, campaña, escrutinio, …

En el supuesto de que saliera mayoritaria la “independencia” (aún evitable, en todo caso no inevitable), habría que adaptar la Constitución para aplicar el resultado de la negociación que ello exigiría, una negociación y un resultado que tendrían que ir más allá de la plasmación del simple “derecho a la secesión”. Todo ello en el marco de la Unión  Europea, con una baza en la negociación que sería la disposición de España a apoyar la “permanencia” de Catalunya en la Unión, partiendo de algo a no olvidar como es la distinta significación hoy de las fronteras en esta Europa, de las heredadas de algunos siglos pretéritos.

No planteo pues mi propuesta como aplicación del sacrosanto principio general (o dogma) de la autodeterminación, sino como solución política al actual conflicto tras el muy importante proceso movilizador desarrollado en Catalunya desde 2010. La también importante movilización “unionista” del 8 de octubre tiene un indudable interés, pero, en la medida que se contrapone al 1-O y sus antecedentes (aunque no alcance su nivel), no hace más que abundar en mi opinión en la necesidad de resolverlo principalmente desde la propia sociedad catalana y mediante una votación. Me temo que solamente unas nuevas elecciones al Parlament de Catalunya, las convoquen unos u otros, nos dejarían igual, o casi, a como estamos ya, aunque podrían suponer una actualización de la foto y nos tendrían entretenidos una temporadita. 

Quizás (probablemente) todo ello exige otro gobierno en España (me niego a considerar que no es posible) y también en Catalunya. Plantearlo así apunta a que no se trataría de una “solución” inmediata, pero situaría un itinerario que puede contribuir a construir o desarrollar la o las fuerzas políticas que puedan culminarlo. Y ahí es donde entiendo que los “comunes”, además de repetir lo del “referéndum pactado”, deberían pronunciarse con claridad sobre contenidos, no sólo sobre procedimientos, es decir contra la independencia. Así sí, así serían más “transversales” todavía, y probablemente podrían sumar a un sector del 1-O y del 8-O, además del más reducido aún del 7-O. O al menos intentarlo. ¡Hacer política en definitiva!

En este contexto una gran responsabilidad le corresponde al PSOE, PSOE-PSC, en su posición de bisagra que parece desempeñar. Y a los sindicatos, desde la defensa coherente de los intereses sociales y políticos de los colectivos que les corresponde organizar y representar.

¿Utopía? ¿Política-ficción? Quizás, pero no se me ocurre otra.








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