Hola José Luis, de nuevo sobre el
tema, ¿nuestro tema?, ¿sólo nuestro tema?. Espero que pueda interesar a alguien
más, también a bastantes de la mayoría silenciosa (aunque no necesariamente
desorganizada). No creo que estemos hablando de una cuestión baladí.
Lo cierto es que parece que tú y
yo estamos esencialmente de acuerdo, como se desprende de tú última aportación: Mis matices con Isidor Boix sobre el CONGRESO SINDICAL CONSTITUYENTE.
Para abordar lo que estamos comentando
últimamente creo que se trata de reflexionar sobre dos procesos efectivamente
distintos (constitución de un sindicato unitario, o refundación de un sindicato
ya constituido – menos distintos creo sin embargo que las derivadas y los
integrales-) pero que a la vez pueden ser similares en su proceso.
Distintos por:
·
El núcleo convocante: o de los dos
sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, en el supuesto de una convocatoria para la
unidad sindical, o de uno sólo o de cada uno por separado, si se trata de la
iniciativa para la refundación del que así lo estime oportuno.
· El colectivo convocado: el conjunto de la
clase trabajadora en un caso, o el ámbito propio del convocante en el otro. En
ambos entiendo que la iniciativa se debería dirigir no sólo a los espacios de
la actual afiliación, sino a los de adhesión (una necesaria referencia serían
los espacios del voto en las elecciones sindicales de empresa), y también al
del vacío sindical (el de la abstención y el de las empresas sin representación
sindical electoral)
· Distintos evidentemente también por el resultado
final: un nuevo sindicato unitario (probablemente no único, pero con una
clara hegemonía) en el primer supuesto, o un renovado sindicato en el espacio
del pluralismo sindical en el segundo.
Y similares por:
·
El impulso organizado, orientando y estimulando
la espontaneidad, ya que se trata de procesos dirigidos desde núcleos
sindicales existentes, organizados.
· El amplio proceso participativo,
sustituyendo las muy elaboradas tesis previas por una escueta y clara
convocatoria, con además una encuesta o guión para establecer el punto de
partida (experiencia reciente –planteamientos, resultados, …-, problemas
pendientes, …) y un índice, sólo índice y además abierto, de las posibles
propuestas para el inmediato futuro.
· La sustitución del derecho de enmienda por el
derecho de elaboración, con la voluntad inequívoca de impulsar un amplio
proceso participativo, de impulsar la iniciativa individual y colectiva.
Para cerrar esta nueva incursión en el tema permitidme recodar algo
señalado en la entrada de este debate: esta sacudida a las actuales y heredadas
inercias viene en mi opinión aconsejada, sino exigida, por una muy difícil
coyuntura generada por la crisis, por las respuestas que le hemos dado y los
resultados obtenidos, por la aparente desmovilización y/o desmoralización
colectiva y también de las vanguardias, a la vez que por el positivo resurgir de una
voluntad de intervención y participación, individualista en ocasiones, teñida además
de una evidente desconfianza hacia las actuales formas sociales organizadas.
Por ello me parece necesario, y a la vez posible, retomar la iniciativa para constituir,
reconstituir, refundar, reinventar, …, el sindicalismo organizado.
En todo caso, con estas u otras fórmulas, creo que estamos ante un muy
importante desafío: cómo hacer aflorar la sin duda enorme energía latente en la
clase trabajadora, cómo transformarla en una fuerza eficaz, como construir el
nuevo o renovado sindicalismo del siglo XXI.