viernes, 15 de junio de 2018

China 2018 – Una aproximación turística. Interés y preocupante impresión de este gran país





En mayo de este año 2018 he realizado mi décimo viaje a la República Popular de China. El primero fue en 2006. En esta ocasión ha habido un elemento importante claramente diferenciado: los nueve primeros fueron realizados en mi calidad de responsable sindical, primero de FITEQA-CCOO, luego de CCOO-Industria, y de IndustriALL Global Union, orientados esencialmente a conocer de cerca su realidad laboral y sindical, particularmente en relación con las condiciones de trabajo en las fábricas de las cadenas de suministro de las marcas del vestido de las multinacionales españolas en primer lugar, con la prioritaria referencia del Acuerdo Marco con Inditex, así como de los proyectos de trabajo desarrollados con Mango y El Corte Inglés. Hubo también un viaje como miembro de una delegación confederal de CCOO y otro de una delegación de la Federación Sindical Internacional ICEM. En todos estos viajes, junto a los elementos de directa significación sindical, se produjo evidentemente una aproximación a la realidad global del país, con también alguna incursión a su realidad turística. De todos ellos escribí informes titulados “aproximación sindical”, sucesivamente numerados, el último de los cuales, con links a los anteriores, se encuentra en http://www.industria.ccoo.es/8e0676f8e986018d4b9f91904650aa6d000060.pdf


Junto a la apuntada, e importante, diferencia, cabe señalar otras dos. Por una parte su duración. Anteriormente se trataba de viajes de en torno a una semana, cuando ahora han sido cuatro semanas. Y la compañía, antes con sindicalistas y representantes empresariales, ahora con Ascensió, mi compañera.

Por todo ello he titulado este, también “informe”, como “aproximación turística”, convencido al mismo tiempo de que hay elementos complementarios y deudores de los anteriores informes. Consciente de nuevo de las limitaciones de estas conclusiones, asumidas como “aproximadas”, pero que pretendo formularlas con la mayor claridad y sinceridad de que sea capaz.

Cabe en todo caso una primera valoración: un viaje con el balance de su extraordinario interés. Y muy preocupante, pero en la que aún cabe la esperanza, una esperanza a la que hay que contribuir. Y a ello van destinadas también estas notas.


1.- El itinerario de 2018. Apuntes del escenario recorrido

Iniciamos nuestro recorrido en Beijing, nombre oficial actual de Pekín, (Gran Muralla, Ciudad Prohibida, la histórica plaza de Tiananmen de la que es difícil olvidar “el hombre del tanque”, Opera China, pato laqueado, hutongs, …) a donde llegamos en vuelo directo desde Barcelona. Para seguir por Xian (los Guerreros de terracota, Gran Mezquita, …), Yichang (crucero por el Yangtse y la impresionante perspectiva de la presa de “las Tres Gargantas” para cuya construcción –con 25.000 trabajadores- nos dijeron que hubo que evacuar a más de 1,5 millones de personas que vivían en los pueblos de la zona), Zhangjiajie (visionando Yuanjiajie, las montañas donde se rodó “Avatar” -de curiosas formas heredadas de la erosión submarina antes de que los movimientos tectónicos hicieran emerger lo que son hoy altas montañas- y el puente de cristal, también “el mayor” y “el más alto” del mundo), Guangzhou (la Academia Chen Clan, el barrio financiero, una comida en un piso 72 con vistas al río y otros rascacielos, la zona de Kaiping con las villas de los “indianos” chinos, …), Hong Kong (su skyline, la isla de Lantau con su Gran Buda, Pico Victoria,…), Guilin (crucero por el río Li entre sus característicos mogotes, y las terrazas de cultivo de arroz de Longji), para finalizar en Shanghai (la vista del barrio financiero desde el Bund, jardín Pescador, crucero por el río Pu, el magnífico museo que permite apreciar la cultura china desde el Neolítico, el antiguo pueblo de Suzhou y sus canales, …). Y regresar desde ésta, también en vuelo directo, a Barcelona.

Alternamos vuelos internos y recorridos en tren (alta velocidad y trenes más tradicionales), con algunas largas distancias también en coche, lo que nos permitió ver el suelo chino desde las alturas (aunque a veces tapados por las nubes y la contaminación) y observarlo desde confortables asientos de trenes y coches, y desde algún río y canal. También los breves y superficiales intercambios con sus habitantes en precario inglés (nuestro y de ellos) y por gestos (lenguaje universal a no despreciar), inevitablemente mediatizados por las y los guías, su buen oficio y su “prudencia”.  

Un itinerario que nos permitió recorrer las calles y plazas de los barrios nuevos, impresionantes, de Beijing, Guangzhou, Hong Kong y Shanghai, así como los antiguos de estas megaciudades de más de 20 millones de habitantes que conservan, no siempre para mostrarlos al turista, sus barrios viejos (“hutongs” en Beijing y los próximos a los reconstruidos de Shanghai), también los “skylines” (diurnos y nocturnos) de Hong Kong y Shanghai, con su explícita rivalidad ante la que no me siento capaz de otorgar primacía.

Todo ello organizado desde Barcelona con el objetivo de hacerlo posible, asumible temporal y físicamente a mis 78 años y los 72 de Ascensió, con las particulares averías de cada uno, a través de agencia, de modo que teníamos hospedaje y viajes organizados previamente y un horario de obligaciones suficientemente espaciadas para posibilitar reparadores descansos.


2.- Observaciones que apuntan a un modelo preocupante de país

El evidente interés turístico, en el sentido más amplio del término, tenía en  mi caso una ventaja. Siendo éste el primero en tal sentido, estaba precedido de otros nueve en los que tuve también ocasión de observar el país, sus gentes, sus calles, completándolo con sus fábricas, sus trabajadores, trabajadoras mayoritariamente, sus empresarios, así como los y las dirigentes de lo que denominan “sindicato”.

Desde 2006 ello no me ha llevado a apreciar ruptura alguna, pero sí una constante evolución, para completarlo en esta ocasión con una imagen más preocupante que en anteriores ocasiones, influida sin duda por las recientes informaciones sobre la supresión de los límites temporales en los mandatos de dirección del Partido y de la Administración, con el desarrollo del culto a la personalidad del actual mandatario global, Xi Jinping (Secretario General del Partido, Presidente de la República y de la Comisión Militar Central, como cada día nos recordaba el periódico oficial en lengua inglesa “China Daily”). La evolución de un país sometido a una férrea, y aparentemente eficaz, autoridad del Estado protagonizada por el Partido único, denominado “comunista”. Con una apariencia de disciplina colectiva, con mandos políticos, sociales y administrativos obedientes al Partido, en el que el procedimiento de cooptación se aplica desde el ingreso hasta la más alta dirección. Con aparentemente escasos momentos de protesta, algunos duramente reprimidos, como lo fueron las masivas manifestaciones de Tiananmen de 1989, y otros, denominados “incidentes de masas”, algunos tolerados y en parte asumidos, como algunas huelgas importantes, aunque no reconocidas como tales y calificadas como “interrupciones del trabajo”. A todo ello voy a referirme para ligarlo a observaciones directas de este viaje y a algunos recuerdos de los viajes anteriores.


2.1.- Un evidente progreso en sus condiciones de vida, y en la desigualdad. El valor de la riqueza personal. La competitividad individual al límite


Una primera observación es el constante incremento del nivel de vida en los 12 años desde mi primer viaje, evidente en las calles de las grandes ciudades, pero también en los pueblos vistos desde trenes y carreteras, más allá de las estadísticas, tanto las oficiales como las de, por ejemplo, la OIT, que aprecia que China ha jugado un papel muy importante en la reducción mundial de la pobreza. Creo que la impresión directa de lo apreciado en sus calles (forma de vestir, progresiva desaparición de bicicletas y luego de motos, parque automóvil, ausencia de mendicidad, viviendas en los pueblos del recorrido, calles más limpias, mayor educación cívica, incluso de atención al turista extranjero) viene avalada por el evidente y fuerte incremento del turismo interior, con  miles y miles de ciudadanos chinos en todos los puntos de interés, en las ciudades y en los campos y montañas. Los visitantes de la Ciudad Prohibida que he encontrado en las sucesivas visitas que he realizado en estos 12 años (creo que 4) ha ido en constante y muy acentuado aumento. En ocasiones éramos casi los únicos turistas no chinos.

Esta consideración resulta confirmada también por las cifras verificadas de los salarios, derivadas de unos salarios mínimos legales entre 30 y 60 €uros mensuales según regiones del año 2006, a los en torno a 300 en 2018 en las regiones industriales. A lo que cabe añadir que ahora es mayor que hace 12 años la relación entre los salarios reales y el salario mínimo legal, aunque parece que se mantienen casi iguales algunas características, como son las largas jornadas de trabajo (más, a veces muchas más, de 60 horas semanales), o los pocos metros cuadrados por persona en las viviendas, …

Un evidente incremento del nivel de vida general acompañado, como admiten incluso los documentos oficiales, de las desigualdades. Elocuentes al respecto son también las formulaciones oficiales: del “enriquecerse es glorioso” de finales del Siglo XX, a la afirmación oficial del objetivo de una sociedad “armoniosa”. La enseñanza puede ser un buen ejemplo de esta realidad. A la generalización de la enseñanza básica (con la práctica desaparición del analfabetismo, al menos en las ciudades y también en las fábricas visitadas en estos años) cabe añadir el parece cada vez más duro camino que conduce a la enseñanza universitaria, que es garantía de acceso a la clase dominante en todos los ámbitos de la vida colectiva. Estos días la prensa informa de las muy duras pruebas de acceso a la universidad para seleccionar a los 10 millones de nuevos universitarios, basadas en la “meritocracia”, aunque para alcanzarla no debe olvidarse la incidencia del nivel social y económico familiar de procedencia, incluso de la vivienda familiar, en el campo o en una ciudad, y en ésta en uno u otro de sus cinturones de circunvalación. 

Todo ello acompañado o estimulado, según observaciones de algunos amigos que viven en el país, por una progresiva cultura individualista, de culto al éxito, de la competitividad para alcanzarlo, lo que mal encaja con el oficialmente proclamado tributo al “Manifiesto Comunista” como base del actual “socialismo con peculiaridades chinas”, como observé que se afirmaba con ocasión del 200 aniversario del nacimiento de Carlos Marx celebrado en estas fechas.


2.2.- Su desarrollo urbanístico

La fuerte migración interior, estimulada por el mayor nivel de vida y las oportunidades de progreso individual que ofrecen las ciudades, con unos 1.400 millones de habitantes censados, en un país con importantes zonas deshabitadas, está dando lugar a grandes ciudades de más de 20 millones de habitantes censados y otras más “pequeñas” de 5 a 7 millones. Se observa un desordenado crecimiento de las ciudades, conviviendo grandes rascacielos, a veces próximos y de muy diferentes estilos, con restos de los barrios viejos con viviendas de 2 a 5 pisos (muchas de éstas construidas a finales del siglo XX con amplia destrucción de las anteriores), también con otros restos más viejos, de los “hutongs”, con algunas veces paredes para ocultarlos. Grandes ciudades, atravesadas por numerosas autopistas a diversos niveles que rompen los barrios y contribuyen a una muy fuerte contaminación, asumida formalmente como problema de primer orden.

Es necesario también señalar el importante crecimiento de la red del metro, muy  importante en las grandes ciudades, y de las motocicletas eléctricas (para sobresalto de los turistas europeos acostumbrados a nuestras ruidosas motos de gasolina). Síntomas de este fenómeno lo son asimismo las placas solares en muchos de los pueblos y pequeñas ciudades cerca de las que pasamos en tren o en coche, con la explicación de que las simultaneaban con  la red eléctrica para su utilización “cuando luce el sol”.


2.3.- Control policial

Paralelamente al incremento del nivel de vida y del crecimiento de las megaciudades, ha ido aumentando el control policial. El visible de forma evidente, lo que sugiere que el invisible habrá aumentado aún más.

En mis primeros viajes pude pasear por la Plaza de Tiananmen. Hoy es imposible, como consecuencia del entramado de vallas metálicas que se ha ido colocando. Hoy es inimaginable una concentración ni siquiera de unos pocos cientos en la “mayor plaza del mundo”, según dicen ellos, en todo caso una plaza de unos 500.000 m2. Pasar al centro es imposible, pero para pasar al otro lado de la plaza y llegar a la entrada de la Ciudad Prohibida hay que utilizar pasos subterráneos cuyo acceso en diversas ocasiones he encontrado cerrado, con esperas controladas por policías. 

En todas las estaciones de metro había ya hace años controles por escáner de los equipajes de mano. Hoy también hay arcos para el control personal. Y, desde hace unos meses, en la Plaza de Tiananmen al salir del metro hay varias colas ocasionadas por la policía que toma nota del DNI de cada persona que circula por allí. Hemos encontrado controles similares, parece que aún ocasionales, en otras estaciones del metro de Beijing. De momento no en Guangzhou o Shanghai.

En la mayoría de lugares turísticos, al adquirir los billetes de acceso, anotaban tanto los datos personales del turista como los de la agencia que había gestionado la visita.


2.4- Control digital

Tal control policial se ha complementado y desarrollado con un claro aumento del control digital.

En uno de mis últimos viajes leí en el oficial China Daily que se había empezado a aplicar un nuevo modelo de control ciudadano en Shenzhen, la capital de la primera  “Zona Económica Especial” con la(s) que comenzó la exitosa, económicamente, experiencia de economía de mercado con control estatal impulsada por Den Xiaoping. Se trataba de cámaras de vigilancia, instaladas en todas las calles, que permitían, añadía el periódico, detectar en instantes cualquier infracción, robo, agresión, …, y seguir y detener a los culpables. Ahora nos pareció, y los guías nos lo confirmaron, que el sistema se ha extendido a todo el país. Nos afirmaron además que ello provoca una muy positiva sensación de seguridad. Y de tutela de la “autoridad”, yo añadiría.

La masificación de los móviles, con un porcentaje de usuarios en los metros de las grandes ciudades superior a los metros de Barcelona o Madrid, va acompañado de un sistema de “whatsapp” propio, el “wechat”, del que se afirma que tiene más de 1.000 millones de usuarios. El control que ello permite venía indirectamente comentado estos días en un artículo del China Daily afirmando la pérdida de “privacidad”. Yo añadiría a esa observación el efecto desde hace unos pocos meses del bloqueo de “nuestro” whatsapp, sumado al ya más antiguo del google y de todo el correo electrónico ligado al gmail, también de los periódicos de mayor tirada en el mundo, de las interrupciones de las televisiones no chinas cuando comentan algo que disgusta al censor, … Es cierto que a la vez (probablemente con la lógica del “mercado”) en los hoteles de Guangzhou de alto standing (no en los de 4 estrellas como los que nosotros utilizábamos) nos dijeron que se había ampliado la apertura a estos “peligrosos” medios de comunicación mundiales. Y es cierto también que bastantes chinos utilizan un sistema de VPN (“virtual prívate network”) que permite burlar estos bloqueos, así como los de las cadenas de TV mundiales. En una reciente entrevista con el ministro de telecomunicaciones del país, transmitida por los canales de TV chinos, éste tuvo que acudir a este procedimiento para poder explicarse al fallarle lo que llevaba preparado.

Y, junto al control policial digital, la generalización del control económico. Se ha generalizado, mucho más que por nuestras tierras, el pago por móvil, incluida la compra en los mercadillos callejeros e incluso a los carritos ambulantes de frutas y otras chucherías. 

Está por ver sin embargo si el complejo, y relativo, aislamiento digital soporta la propia expansión global de la economía y la política china.


2.5.- Control político e ideológico

Todo lo anterior acentúa la impresión del potente control político por parte del Partido Comunista, columna vertebral de un tan extenso y variado país, obsesionado en los últimos años por evitar los “errores” por ellos atribuidos al PCUS y su “responsabilidad” en el hundimiento de la Unión Soviética. Un control policial acompañado del control político no sólo del Partido como institución sino de su grupo dirigente, intensificado tras la bula concedida en su último Congreso al Secretario General para eternizarse en el poder. Está por ver si este neoestalinismo es contradictorio o no con las propias necesidades de desarrollo del sistema, si se garantizan los inevitables límites a la corrupción que hasta ahora resultaban de la renovación de los órganos de dirección del Partido y del Estado cada dos mandatos. En el periódico del Partido en lengua inglesa me ha parecido observar una menor referencia a la lucha contra la corrupción. Está por ver si se debe a que ya la hubieran casi erradicado (no creo), o porque la estructura de poder está ahora más consolidada y no necesita utilizarla para las luchas políticas entre las diversas facciones del PCCh como en otros momentos.

De las conversaciones con los guías, y de las consideraciones de algunos amigos en Beijing, se desprendería un progresivo proceso de “despolitización” de la ciudadanía china, con la creciente y casi única preocupación por el éxito individual, traducido en el enriquecimiento personal, acompañados del orgullo nacionalista de un país que ha conseguido tener (o afirmar sin réplica posible) “el nº 1” mundial en muchos ámbitos.

Mis referencias a Tiananmen en las conversaciones con los y las guías provocaba el salto a comentarios sobre las bellezas del paisaje, o el silencio. Sólo uno se atrevió a un breve comentario, poniendo en paralelo las masivas manifestaciones con la “Revolución Cultural”, para señalar que eran dos “desviaciones”, una “de derechas” (en 1989 los manifestantes de Tiananmen “pretendían implantar el capitalismo”) y otra “de izquierdas”.

Esta despolitización, incultura política, se expresa también en la desaparición de los periódicos de la calle, de las estaciones y de los aeropuertos. Ni el del Partido. En las pantallas de los móviles y tabletas en el metro no se veían sus expresiones digitales. En los aeropuertos “internacionales” no se encontraba ningún periódico del mundo. 


2.6.- Un país de hijos e hijas (menos) únicos, y autoritarios

Desde años sabemos de la política de “hijo único”, impuesta hasta fechas recientes, con su traducción en la preocupante pirámide de edades que ello provocaba, fenómeno acentuado por la progresivamente mayor esperanza de vida. Preocupantes son también los desequilibrios de género que están resultando de los abortos selectivos, a lo que añadir la oferta de adopción de niñas chinas hacia el resto del mundo. Ahora la utilización de la autorización de un segundo hijo/a parece que avanza lentamente   debido a la arraigada costumbre de las familias con un solo hijo, acentuada, nos explicaban, y por la progresiva carestía de la vida, con atención al coste de la formación, particularmente la universitaria, tan importante para la promoción personal.

Estas consideraciones se han visto complementadas por algunos comentarios escuchados estos días, como las impuestas edades mínimos (en torno a los 20 años) para contraer matrimonio, con la aparejada sanción a los hijos nacidos de no-casados: no existen oficialmente, no pueden ir a la escuela, … Y por la impresión suscitada por lo visto en las calles y los metros: la casi dictadura, no “del proletariado” sino de la prole, de los niños y niñas “únicos”. Hemos visto a niños/as, muchos, que parecían mandar (gestos, lloros, tirones, …) sobre sus padres y madres, abuelas y abuelas. Es evidente que aquí también sucede, pero en otra proporción, pues allí casi todos los niños y niñas son “únicos”, lo que supone que por cada niño/a, hijo/a de padres también únicos, puede haber 6 adultos (padre y madre, con sus respectivos padres y madres) para atenderle, cuidarle, escuchar sus caprichos, lo que adquiere una particular dimensión cuando es una característica mayoritaria en la sociedad. El niño o niña es un bien escaso, único, que hay que cuidar, y mimar. No sé qué repercusión puede ello tener en la conciencia colectiva de la población china, pero algo sin duda pesará.


3.- ¿Constituye China un modelo de país rígido e inmodificable? Creo que aún cabe la esperanza. Allí y aquí

 Por las notas que anteceden se comprenderá una de mis primeras observaciones sobre este tan interesante país: es un modelo preocupante de país, un modelo rechazable. Añadiría que habría que evitar su generalización, cuestión no fácil por la fuerza de China, su capacidad para suscitar admiración, atracción, ante las evidentes dificultades en la construcción del futuro humano. Un país autoritario, con una al mismo tiempo una evidente obsesión por proclamar su avance en supuestos derechos individuales y colectivos, contraponiendo en ocasiones los derechos económicos a las libertades. Y un modelo de país aplicado y explicado con métodos autoritarios.

Un país ciertamente con indudables avances en las condiciones de vida y de trabajo de su gente, avances también en la formación, pero cuya defensa debería desarrollarse desde otra perspectiva cultural y política, para incorporar las libertades como eje de la convivencia. Me resisto a pensar que no es posible.

Cabe preguntarse hoy si Tiananmen ha sido la última movilización masiva de la ciudadanía china y si los síntomas detectados apuntan a una inamovible realidad social y política de ese gran país. Mi respuesta es que no, que hay positivos síntomas posteriores. Mantengo además la confianza en la vigencia de la teoría de las contradicciones sociales y políticas y la experiencia de ella en la historia humana, en la capacidad de tales contradicciones y su conflictivo desarrollo para corregir el rumbo de la historia.

Añado ahora algunas notas para justificar esta impresión, además de las consideraciones al respecto que constan en mis anteriores informes, “aproximaciones sindicales”, y en un trabajo más amplio sobre el sindicalismo chino y vietnamita (http://iboix.blogspot.com/2017/04/china-y-vietnam-del-sindicalismo.html).

Efectivamente Tiananmen no ha sido la última movilización de masas importante en la República Popular China. Sobrepasando los silencios oficiales, en 2010 trascendieron importantes acciones de huelga en grandes fábricas del metal, esencialmente en las cadenas de suministro de las multinacionales del automóvil y de las telecomunicaciones, acentuadas parece en las de cabecera japonesa y favorecidas en éstas por tolerancias gubernamentales explicables por las inercias antijaponesas de su historia. En abril de 2014 tuvo lugar una de las huelgas más importantes en la reciente historia de China en la localidad de Donguang, provincia de Guangdong, una huelga victoriosa en la que participaron la gran mayoría de los 45.000 trabajadores de las fábricas de Yue Yuen Industrial Holdings, considerada la mayor productora de calzado deportivo del mundo y que fabrica para las marcas Nike, Adidas, Timberland, Puma, Crocs y otras.

El crecimiento económico con durante años un mayor crecimiento de los salarios que de la carestía, el aumento generalizado del nivel de vida, al tiempo que de las desigualdades, así como próximos, y que preocupan, van a incidir sin duda en nuestra realidad. Pero en la gran China va a incidir también la visión que de su realidad tenga el resto del mundo. Dependencia, interdependencia, están al orden del día. Encontrar aquí respuestas positivas, pelear por las respuestas más adecuadas en nuestra pequeña España, en la también pequeña pero aún importante Europa, será una contribución a nuestro propio futuro, pero puede ser también una contribución en este mundo cada día más globalizado.  sus límites (afirmados entre otros por los empresarios de las fábricas de ropa en mis últimas visitas), auguran, y seguramente facilitan, la acentuación de las contradicciones y en consecuencia de las expresiones de protesta social y la exigencia de reformas y rupturas. Las propias instituciones del “régimen” parecen permeables a esta realidad, y algunos síntomas trascienden a pesar de los intentos de poner barreras, murallas chinas de silencio, como se desprende por ejemplo de la resolución del tribunal arbitral de Fujian que en 2014 resolvió, “por primera vez” según el China Daily, a favor de los trabajadores en un caso de finalización de contratos de trabajo, considerada “ilegal”, tras una huelga de 2 semanas. Añadía el China Daily que “hasta ahora en la mayoría de los casos los tribunales y autoridades arbitrales no apoyan las posiciones de los trabajadores si éstos defienden sus derechos con huelga”.

Por todo ello, aunque consciente de las limitaciones de un intento de reflexionar sobre lo apreciado en un viaje de turismo, con lo visto, y aún con una cierta dosis de optimismo, de confianza en la Humanidad, creo que el actual “modelo chino” (que por otra parte coincide con indudables tendencias del devenir político en todos los rincones del planeta)  no es de inevitable consolidación. Convendrá estar atentos a su devenir.

China parece lejos, a 10 horas en vuelo directo de ida y a 13 de vuelta, pero lo que allí sucede, el modelo de sociedad que allí se construya, puede afectarnos notablemente. Los problemas allí planteados no son demasiado distintos de los nuestros, de los de nuestro mundo más próximo, y la interrelación es cada día mayor. Y las respuestas de allí a problemas que nos resultan