domingo, 31 de diciembre de 2017

¡¿¡ “Salario mínimo de ciudad”!?! Pisarello dixit

Esta última mañana de 2017 casi me ha despertado un amigo con una noticia importante de la que informa hoy La Vanguardia: el primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello elegido en la lista de “los comunes”, “reitera el compromiso del Ayuntamiento para impulsar en lo que queda de mandato el salario mínimo de ciudad (1.000 €uros) …

Tras la sorpresa y el estupor y de haber comprobado que estamos a 31, no 28, de diciembre, y convencido de la necesidad de aumentar el salario mínimo, y también el medio, de los trabajadores españoles, me he planteado una primera pregunta: ¿Conoce Pisarello el sentido unitario y solidario del “salario mínimo”?

Y dándole algunas vueltas, unas más:

¿Tras su voto SI el 1-O, quizás Pisarello, con la proclamada república independiente de Catalunya, prepara ya la lucha por ciudad independiente de Barcelona?, ¿O para combatir la polución se intenta que tras la marcha de las sedes se deslocalicen también los centros de trabajo? ¿O para compensar cierta reducción del turismo se pretende un efecto llamada laboral? ¿O se trata de una ocurrencia para disputar los titulares a Rajoy con  su vuelta al 2015 para desearnos feliz 2106?

Pero como el tema no es una broma, me sigo preguntando:

¿Esta idea de los comunes ha sido consultada, o consensuada, con los sindicatos? ¿Tienen los sindicatos algo que decir el respecto, o lo incorporarán ahora a su plataforma reivindicativa para 2018? ¿O es Pisarello el estratega y adelantado sindical de los comunes?  

Unas cuantas preguntas, algunas serias, para terminar el año. ¡Que 2018 nos sea más propicio! 


miércoles, 27 de diciembre de 2017

Res publica antes que República

Unas notas a pocos días del 21-D


Buena gestión de gobierno antes que la forma de gobierno. Éste debería haber sido el reto de las elecciones del 21-D, pero más ha de serlo ahora cuando ya se han realizado, y corresponde hacer política a partir de su resultado. Sin  olvidar lo que estas elecciones han sido: autonómicas en el marco de nuestra Constitución, la Constitución que democráticamente, tras conquistar la libertad contra el franquismo y sus herederos, nos dimos el 78, y que democráticamente, pero respetándola y aplicándola, podemos cambiar. Pero antes hay que hacer política cada día, día a día, gestionar las instituciones que en su aplicación nos vamos dando, entre ellas la Generalitat de Catalunya.

Se gobierna desde el gobierno, cierto, pero no debe olvidarse que mucho puede, y debería, incidir la acción social colectiva. Por otra parte, al 50%-50% político no corresponde (ni en cuantías ni en contenidos) un 50-50 social. Bueno sería no olvidarlo.

Compartiendo las consideraciones diarias que desde el 21-D ha ido haciendo mi amigo José Luis López Bulla, empecé estas notas con un intento de balance de los resultados del 21-D. Pero renuncio, aunque no del todo, y apunto algunas cosas:
·      Las izquierdas hemos fracasado. No sólo, o no tanto, por los resultados obtenidos, sino por no haber sabido convencer a amplios sectores de las clases populares, particularmente de la clase trabajadora, de las falacias (históricas y actuales) del nacional-independentismo, por no haber afirmado con suficiente convicción la unidad y solidaridad que resulta de nuestro común combate durante años en el conjunto de España, por no haber sabido o querido colocar en primera línea la respuesta a las reivindicaciones relativas a las cosas de comer.
·       Las derechas, nacionalistas y unionistas han ganado cada una en su ámbito, con una recomposición interna, más éstas que aquellas. El fracaso del PP ha sido rotundo y parece que hemos de celebrarlo, hasta ver cómo gestiona Ciudadanos su triunfo, aquí y en el conjunto del Estado.

El resultado electoral establece mayores posibilidades y responsabilidades de gobierno para unos que para otros, aunque todas las organizaciones, políticas y sociales, están obligadas a intervenir, proponer, movilizar, negociar, pactar, … huyendo de locuras como las que parece anunciar el ilustre “exilado” de Bruselas (además de su curiosa apelación al rey desde su república) y de las provocaciones, unas ya perpetradas y otras anunciadas, por parte del poder judicial español, con la fiscalía, de dependencia gubernativa, en cabeza.

Pero de nuestro fracaso tienen también responsabilidad, y quizás en no menor medida, las organizaciones sociales, los sindicatos en primer lugar.

Responsabilidad, no por no haber apoyado expresamente a uno u otro partido, sino por haber callado ante los retos del momento, ignorando la necesaria defensa de los derechos e intereses de los que pretenden defender, representar y organizar, como si a lo largo de todo el “procés”, y en estas elecciones, no estuvieran en juego aspectos importantes de los mismos. Su miedo a las inevitables tensiones internas que su pronunciamiento pudiera provocar, les ha llevado a una grave renuncia cuyas consecuencias se han traducido en las urnas al situar una confrontación “transversal”, “independentismo-unionismo”, en lugar de social en torno a programas de gobierno. Ya hemos visto su traducción electoral, pero en el ámbito social, de la propia acción sindical, puede acabar siendo tanto o más importante.

Ahora debería tratarse, desde Catalunya en estrecha relación con las fuerzas de progreso de toda España, de establecer líneas de acción política y social, recuperando el tiempo perdido, sabiendo que hay 2 millones de catalanes que han creído que la “independencia” era la solución que iba a resolver todos los problemas que se iban aplazando o pudriendo (de libertades, políticos y sociales, de salario, de empleo, de inversiones productivas, de vivienda, de salud, de formación, …, contra la corrupción, …), pero que en algún momento pueden entender este error o las prioridades sociales. Con ellos es preciso conectar desde el respeto y, aún, el desacuerdo. 2 millones con los mismos problemas y las mismas reivindicaciones que los demás.

Mucho tendrían que hacer para todo ello las organizaciones sociales cuando la salida a la crisis (desde España, desde Europa, desde este nuestro mundo globalizado) no puede abordarse desde las proclamas; cuando ello exige ya, y exigirá en el futuro inmediato y mediato, propuestas concretas de programa y de movilización, de concreta acción de gobierno, de administración, de “res publica” en definitiva. Desde esta perspectiva habrá que rediscutir también los contenidos y formas del autogobierno de Catalunya, probablemente el del conjunto de las Comunidades Autónomas, entendiéndolo como una cuestión  importante, pero no única ni prioritaria. En ningún caso la “república” como cuestión previa.


Romper el actual impasse, y los aparentes proyectos de los aparentemente principales protagonistas, así como las negativas inercias de los últimos años, no va a ser fácil, pero quizás lo único que lo posibilite sea plantearse nuevas iniciativas. Un punto de partida debería ser asumir los errores, las deficiencias de esta etapa, sin hacerse el harakiri, pero intentando entender qué y por qué ha pasado. Para todo ello desde el espacio social y político de la clase trabajadora corresponde afirmar la identidad prioritaria de las fuerzas de progreso del conjunto de España en nuestro común interés por avanzar en este nuestro país, de la propia clase en primer lugar, con propuestas inmediatas en nuestro ámbito y con proyección hacia el mayor espacio europeo y mundial. 

domingo, 24 de diciembre de 2017

Por la libertad sindical en Irán. Una información, una campaña, una sugerencia


El pasado 21 de noviembre la Confederación Sindical Internacional (CSI) realizó en Bruselas una reunión para impulsar la acción  sindical internacional solidaria con la clase trabajadora de Irán y contra la agresión al derecho de libertad sindical que viene produciéndose en el país (ver en http://www.ccoo.es/noticia:253510, y en http://www.industriall-union.org/es/piden-a-iran-que-libere-a-los-sindicalistas-reza-shahabi-y-esmail-abdi).

El régimen islamista de Irán ha desarrollado a lo largo de años un permanente acoso a la acción sindical del país, persiguiendo a sindicatos y sindicalistas, con disolución de organizaciones y detención de dirigentes sindicales, en su intento de imponer desde el Ministerio de Trabajo “consejos laborales islámicos” en los centros de trabajo de más de 35 trabajadores. En este momento solamente parecen poder sostenerse a pesar de la represión del régimen iraní, aunque con enormes dificultades, dos sindicatos de Teherán, uno de los autobuses urbanos y otro de maestros.

La CSI convocó la reunión en Bruselas, en la que tuvo un particular protagonismo el sindicato sueco LO y en la que participó CCOO, para impulsar acciones concretas solidarias con el sindicalismo iraní, particularmente desde la región MENA (Norte de África y Oriente Medio). Otra de estas iniciativas se ha orientado a presionar a las empresas con intereses económicos en el país, particularmente en los sectores del petróleo, el gas y la automoción. Algunas, como TOTAL y PEUGEOT, tienen suscritos Acuerdos Marco con IndustriALL Global Union en base a los cuales se han comprometido a defender los derechos fundamentales del trabajo en toda su cadena de producción, lo que permite una particular intervención en tal sentido.


Sumándome a esta campaña, considero que la experiencia de acción sindical internacional podría llevar a una concreta iniciativa, la de convocar a los sindicatos de las casas matrices de todas las multinacionales con intereses en Irán para coordinar su presión sobre “sus“ empresas y sobre las filiales y proveedoras de éstas en el país, a la vez que a la solidaridad concreta con los sindicatos y sindicalistas perseguidos.


sábado, 16 de diciembre de 2017

21-D: por qué voy a votar socialista y no a los comunes, también a la vista de sus programas electorales




Hace unos pocos días expliqué (http://iboix.blogspot.com.es/2017/11/porque-pienso-votar-socialista-la-lista.html) mi previsión de voto por la lista del PSC encabezada por Miquel Iceta. Y ello en base a la realidad política, así como de las posiciones que habían adoptado las diversas organizaciones políticas a lo largo de los últimos años, particularmente de los últimos meses y semanas, de su acción política en nuestra última y convulsa etapa; también de algunas decisiones como la ruptura del pacto de gobierno en el ayuntamiento de Barcelona. Faltaba conocer y valorar los programas electorales, importantes sin duda, aunque menos decisivos que la práctica política ya desarrollada y sus propuestas concretas en este último periodo y para el inmediato.

Ahora conocemos ya los programas electorales, y hay que juzgarlos por lo que afirman como propuestas de gobierno a integrar en las posibles, necesarias, alianzas de gobierno. Para mí lo deseable sigue siendo un gobierno con base en PSC, Catalunya en Comú-Podem y ERC, liderado por Miquel Iceta. Así lo afirmé hace días y así me reafirmo a la vista de los programas de las dos opciones a las que podría dar mi voto, CatECP (a los que he votado en las últimas convocatorias) o PSC (a los que ahora pienso votar). El examen de los programas ahora publicados me lleva a reafirmar esta opción que no supone sólo la apuesta por una propuesta, sino también el rechazo de la otra.

Son programas similares en muchos aspectos, empezando por sus dimensiones, más de  150 páginas cada uno. También por afirmaciones que suenan bien, pero para las que no explican suficientemente con qué cuentan para llevarlas a cabo, pues para ello no es suficiente su lógica voluntad de que la mayoría absoluta de los catalanes les otorguen el voto. Ya saben que no será así, por lo que es esencial la posible política de alianzas y el consiguiente programa de gobierno inmediato. Para ello me merece más credibilidad la propuesta socialista.

Pero vayamos a los programas, a lo que por otra parte me han emplazado algunos amigos y otros que lo parecen menos. Confieso que he leído en diagonal una parte de ambos programas, para prestar especial atención a cómo piensan abordar dos cuestiones que considero esenciales. 

Por una parte el imprescindible y muy difícil desbloqueo de la actual situación política de Catalunya, de la necesaria reconducción de nuestro autogobierno en contenidos y en el camino para su implementación. Por otra, cómo abordan la también necesaria acción sindical para impulsar la urgente movilización de la clase trabajadora en la demasiado olvidada batalla para salir de verdad de la crisis en condiciones de trabajo y de vida de todos, así como en derechos individuales y colectivos.

En relación con el desbloqueo del impas político que vivimos en Catalunya rechazo la propuesta de los comunes. Dicen que proponen “la creación en Catalunya de una república social … que desde el ejercicio de su soberanía establezca una relación confederal con el estado español”, …unpacto bilateral con el estado”, etc. Supongo que los redactores de estas afirmaciones no desconocen, aunque no lo dicen, que tal tipo de negociación supone la previa independencia catalana. A éstas y otras en el mismo sentido entiendo que se les puede aplicar la afirmación de estos días de Pablo Iglesias en un mitin en Catalunya explicando, con razón, que prometer o proponer lo imposible es “engañar” a los ciudadanos. Más serias y practicables me parecen la propuestas socialistas, aunque a su voluntad de la difícil reforma de la Constitución española creo habría que añadir una consulta a la ciudadanía de Catalunya, asumida como políticamente vinculante, y en cuyo desarrollo habría que incorporar la afirmación, y argumentarla, no sólo de que “no somos independentistas”, como dicen los comunes, sino de que  "somos no independentistas", o más claro: “somos contrarios a la independencia”. Lo que al mismo tiempo podría, debería, ir acompañado de la clara asunción de lo que resulte de la mencionada consulta.

También me parece claramente rechazable la propuesta de los comunes en relación con la acción sindical y las relaciones laborales. 

Coincido en lo que tanto el programa electoral de los comunes como el de los socialistas proponen, es decir la derogación de la reforma laboral del PP, ciertamente la peor, aunque los socialistas se olvidan de la también necesaria derogación de la de Zapatero. Y ello previamente a la también necesaria nueva elaboración del Estatuto de los Trabajadores, de ámbito español. Pero lo que supone mi más claro rechazo de la propuesta de los comunes es la de un “marco catalán de relaciones laborales” y su apuesta por “convenios sectoriales de ámbito catalán”. Sin  ninguna referencia a los convenios sectoriales estatales defendidos por las Confederaciones de CCOO y UGT como ámbitos de acción y negociación colectiva y solidaria, una estrategia sindical que creía además asumida por las organizaciones catalanas de ambos sindicatos. No he oído sin embargo hasta ahora, particularmente por parte de los que podrían considerarse más próximos a los comunes, ninguna consideración al respecto por parte de CCOO y UGT de Catalunya. 

Desde la perspectiva sindical esta cuestión tiene una más significativa importancia, es más grave, en este momento, cuando se aprecian claras tendencias “renacionalizadoras”, “neocorporativas”, insolidarias, en importantes ámbitos del movimiento sindical. En un momento en el que el desafío de la globalización a todos para defender las más inmediatas condiciones de vida y de trabajo, también para los sectores en mejores condiciones hoy, exige como respuesta la globalización de los derechos, lo que supone ámbitos de negociación y movilización cada vez más amplios, no más reducidos.

Mi profundo desacuerdo con estas propuestas de “Catalunya en Comú-Podem”, vinculada a mi inequívoca apuesta por la unidad y solidaridad de la clase trabajadora, de las fuerzas de progreso, de toda España, me lleva a reafirmar mi decisión de dar mi voto el 21-D a la lista socialista encabezada por Miquel Iceta.

    

sábado, 2 de diciembre de 2017

El “Pilar Europeo de Derechos Sociales” y el sindicalismo europeo

La vida de los derechos del trabajo en Europa no está siendo fácil. Tras la zigzagueante y semiabortada aventura de su explícita constitucionalización, su precariedad se expresa ahora en el devenir del denominado “Pilar Europeo de Derechos Sociales”, concretado en el documento http://www.ccoo.es/978ecb567b733e689a04b26de1b6a167000001.pdf. En relación con todo ello la Confederación Europea de Sindicatos se ha posicionado con una resolución, http://www.ccoo.es/03d9dd5fc22d277a59dd34c5e0ae9d6b000001.pdf, en apoyo de la cual se han pronunciado tanto CCOO (http://www.ccoo.es/noticia:252391--CCOO_apoya_la_Campana_de_la_CES_para_pedir_un_Pilar_Europeo_de_Derechos_Sociales_mas_fuerte) como UGT, subrayando la necesidad de que no que en una declaración de principios no vinculante, como es en este momento, sino que se traduzca en eficaces iniciativas legislativas europeas y en cada uno de los países.

Constituye sin duda un difícil proceso en el que se trata de la defensa del denominado y maltrecho “Modelo Social Europeo”, un proceso de larga historia ya que ha sufrido los avatares de la globalización, de la crisis y de la particular salida a la crisis que estamos viviendo. No está siendo fácil en esta historia la posición del sindicalismo europeo, sobre todo porque no siempre resultan evidentes los comunes intereses de la clase trabajadora de Europa.

Al contexto general de esta problemática me he referido recientemente en un trabajo que se encuentra en http://iboix.blogspot.com.es/2017/10/en-la-globalizacion-sindicalismo-global.html y cuyas reflexiones son de aplicación a lo que ahora abordamos. En este momento  quiero incorporar algunas consideraciones a los referidos planteamientos sindicales ante el documento aprobado en la reciente Cumbre de Gotemburgo.

A estas alturas del siglo XXI puede, debe, resultar sorprendente, o rechazable, que en un documento de las instituciones europeas sobre cualquier cuestión, y más si se refiere a “derechos sociales”, se hable de Europa como si fuera una isla aislada del resto del mundo por una doble muralla china; que se pretenda, o parezca, ignorar la estrecha interdependencia de Europa con el resto del Mundo en todos los aspectos, sobre todo en relación con las condiciones de trabajo en África, Asia, América y Oceanía, particularmente en las cadenas mundiales de suministro de las multinacionales, muchas de las cuales tienen su cabecera precisamente en Europa.

Pero más sorprendente, grave en este caso, es que tal ignorancia o ausencia de planteamientos se dé en un documento sindical, como se ha producido en este caso y como se produce con demasiada frecuencia. Grave por lo que podría suponer de ausencia de reflejo solidario, pero más aún porque no es posible ya defender derechos sociales europeos sin entender su estrecha interdependencia con los derechos sociales globales. Si hoy no avanzamos en la globalización de los derechos, los privilegiados (y la clase trabajadora europea aún lo somos, aunque no  todas las personas que la integran) perderán inevitablemente sus derechos.

La solidaridad, como expresión también de un interés propio, debe traducirse en una permanente presencia en los planteamientos sindicales, y en la acción, de la exigencia y defensa de los derechos del trabajo en el mundo, empezando por que esta exigencia, como una de sus prioridades, sea asumida por el sindicalismo supranacional, por el de los países del Norte geográfico y social, y particularmente por el sindicalismo de las cabeceras de las multinacionales,.

Esto está faltando, fallando, en los planteamientos sindicales sobre el “Pilar Europeo de Derechos Sociales”. Creo que se trata de un corporativismo, consciente o inconscientemente, muy mal entendido.