La vida de los derechos del
trabajo en Europa no está siendo fácil. Tras la zigzagueante y semiabortada
aventura de su explícita constitucionalización, su precariedad se expresa ahora
en el devenir del denominado “Pilar Europeo de Derechos Sociales”, concretado
en el documento http://www.ccoo.es/978ecb567b733e689a04b26de1b6a167000001.pdf.
En relación con todo ello la Confederación Europea de Sindicatos se ha
posicionado con una resolución, http://www.ccoo.es/03d9dd5fc22d277a59dd34c5e0ae9d6b000001.pdf,
en apoyo de la cual se han pronunciado tanto CCOO (http://www.ccoo.es/noticia:252391--CCOO_apoya_la_Campana_de_la_CES_para_pedir_un_Pilar_Europeo_de_Derechos_Sociales_mas_fuerte)
como UGT, subrayando la necesidad de que no que en una declaración de
principios no vinculante, como es en este momento, sino que se traduzca en
eficaces iniciativas legislativas europeas y en cada uno de los países.
Constituye sin duda un difícil
proceso en el que se trata de la defensa del denominado y maltrecho “Modelo
Social Europeo”, un proceso de larga historia ya que ha sufrido los avatares de
la globalización, de la crisis y de la particular salida a la crisis que
estamos viviendo. No está siendo fácil en esta historia la posición del
sindicalismo europeo, sobre todo porque no siempre resultan evidentes los
comunes intereses de la clase trabajadora de Europa.
Al contexto general de esta
problemática me he referido recientemente en un trabajo que se encuentra en http://iboix.blogspot.com.es/2017/10/en-la-globalizacion-sindicalismo-global.html
y cuyas reflexiones son de aplicación a lo que ahora abordamos. En este momento quiero incorporar algunas consideraciones a los
referidos planteamientos sindicales ante el documento aprobado en la reciente
Cumbre de Gotemburgo.
A estas alturas del siglo XXI
puede, debe, resultar sorprendente, o rechazable, que en un documento de las
instituciones europeas sobre cualquier cuestión, y más si se refiere a
“derechos sociales”, se hable de Europa como si fuera una isla aislada del
resto del mundo por una doble muralla china; que se pretenda, o parezca,
ignorar la estrecha interdependencia de Europa con el resto del Mundo en todos
los aspectos, sobre todo en relación con las condiciones de trabajo en África,
Asia, América y Oceanía, particularmente en las cadenas mundiales de suministro
de las multinacionales, muchas de las cuales tienen su cabecera precisamente en
Europa.
Pero más sorprendente, grave en
este caso, es que tal ignorancia o ausencia de planteamientos se dé en un documento
sindical, como se ha producido en este caso y como se produce con demasiada
frecuencia. Grave por lo que podría suponer de ausencia de reflejo solidario,
pero más aún porque no es posible ya defender derechos sociales europeos sin
entender su estrecha interdependencia con los derechos sociales globales. Si
hoy no avanzamos en la globalización de los derechos, los privilegiados (y la
clase trabajadora europea aún lo somos, aunque no todas las personas que la integran) perderán
inevitablemente sus derechos.
La solidaridad, como expresión también
de un interés propio, debe traducirse en una permanente presencia en los
planteamientos sindicales, y en la acción, de la exigencia y defensa de los
derechos del trabajo en el mundo, empezando por que esta exigencia, como una de
sus prioridades, sea asumida por el sindicalismo supranacional, por el de los
países del Norte geográfico y social, y particularmente por el sindicalismo de
las cabeceras de las multinacionales,.
Esto está faltando, fallando, en
los planteamientos sindicales sobre el “Pilar Europeo de Derechos Sociales”.
Creo que se trata de un corporativismo, consciente o inconscientemente, muy mal
entendido.
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