En mayo de este año 2018 he realizado mi
décimo viaje a la República Popular de China. El primero fue en 2006. En esta
ocasión ha habido un elemento importante claramente diferenciado: los nueve
primeros fueron realizados en mi calidad de responsable sindical, primero
de FITEQA-CCOO, luego de CCOO-Industria, y de IndustriALL Global Union,
orientados esencialmente a conocer de cerca su realidad laboral y sindical,
particularmente en relación con las condiciones de trabajo en las fábricas de
las cadenas de suministro de las marcas del vestido de las multinacionales
españolas en primer lugar, con la prioritaria referencia del Acuerdo Marco con
Inditex, así como de los proyectos de trabajo desarrollados con Mango y El
Corte Inglés. Hubo también un viaje como miembro de una delegación confederal
de CCOO y otro de una delegación de la Federación Sindical Internacional ICEM.
En todos estos viajes, junto a los elementos de directa significación sindical,
se produjo evidentemente una aproximación a la realidad global del país, con
también alguna incursión a su realidad turística. De todos ellos escribí
informes titulados “aproximación sindical”, sucesivamente numerados, el último
de los cuales, con links a los anteriores, se encuentra en http://www.industria.ccoo.es/8e0676f8e986018d4b9f91904650aa6d000060.pdf
Junto a la apuntada, e importante,
diferencia, cabe señalar otras dos. Por una
parte su duración. Anteriormente se trataba de viajes de en torno a una semana,
cuando ahora han sido cuatro semanas. Y la compañía, antes con sindicalistas y
representantes empresariales, ahora con Ascensió, mi compañera.
Por todo ello he titulado este, también
“informe”, como “aproximación turística”, convencido al mismo tiempo de que hay
elementos complementarios y deudores de los anteriores informes. Consciente de
nuevo de las limitaciones de estas conclusiones, asumidas como “aproximadas”,
pero que pretendo formularlas con la mayor claridad y sinceridad de que sea
capaz.
Cabe en todo caso una primera
valoración: un viaje con el balance de su extraordinario interés. Y muy preocupante,
pero en la que aún cabe la esperanza, una esperanza a la que hay que
contribuir. Y a ello van destinadas también estas notas.
1.-
El itinerario de 2018. Apuntes del escenario recorrido
Iniciamos nuestro recorrido en Beijing,
nombre oficial actual de Pekín, (Gran Muralla, Ciudad Prohibida, la histórica
plaza de Tiananmen de la que es difícil olvidar “el hombre del tanque”, Opera
China, pato laqueado, hutongs, …) a donde llegamos en vuelo directo desde
Barcelona. Para seguir por Xian (los Guerreros de terracota, Gran Mezquita, …),
Yichang (crucero por el Yangtse y la impresionante perspectiva de la presa de
“las Tres Gargantas” para cuya construcción –con 25.000 trabajadores- nos
dijeron que hubo que evacuar a más de 1,5 millones de personas que vivían en
los pueblos de la zona), Zhangjiajie (visionando Yuanjiajie, las montañas donde
se rodó “Avatar” -de curiosas formas heredadas de la erosión submarina antes de
que los movimientos tectónicos hicieran emerger lo que son hoy altas montañas- y
el puente de cristal, también “el mayor” y “el más alto” del mundo), Guangzhou
(la Academia Chen Clan, el barrio financiero, una comida en un piso 72 con
vistas al río y otros rascacielos, la zona de Kaiping con las villas de los
“indianos” chinos, …), Hong Kong (su skyline, la isla de Lantau con su Gran
Buda, Pico Victoria,…), Guilin (crucero por el río Li entre sus característicos
mogotes, y las terrazas de cultivo de arroz de Longji), para finalizar en
Shanghai (la vista del barrio financiero desde el Bund, jardín Pescador,
crucero por el río Pu, el magnífico museo que permite apreciar la cultura china
desde el Neolítico, el antiguo pueblo de Suzhou y sus canales, …). Y regresar
desde ésta, también en vuelo directo, a Barcelona.
Alternamos vuelos internos y recorridos
en tren (alta velocidad y trenes más tradicionales), con algunas largas
distancias también en coche, lo que nos permitió ver el suelo chino desde las
alturas (aunque a veces tapados por las nubes y la contaminación) y observarlo
desde confortables asientos de trenes y coches, y desde algún río y canal.
También los breves y superficiales intercambios con sus habitantes en precario
inglés (nuestro y de ellos) y por gestos (lenguaje universal a no despreciar),
inevitablemente mediatizados por las y los guías, su buen oficio y su
“prudencia”.
Un itinerario que nos permitió recorrer
las calles y plazas de los barrios nuevos, impresionantes, de Beijing,
Guangzhou, Hong Kong y Shanghai, así como los antiguos de estas megaciudades de
más de 20 millones de habitantes que conservan, no siempre para mostrarlos al
turista, sus barrios viejos (“hutongs” en Beijing y los próximos a los
reconstruidos de Shanghai), también los “skylines” (diurnos y nocturnos) de
Hong Kong y Shanghai, con su explícita rivalidad ante la que no me siento capaz
de otorgar primacía.
Todo ello organizado desde Barcelona con
el objetivo de hacerlo posible, asumible temporal y físicamente a mis 78 años y
los 72 de Ascensió, con las particulares averías de cada uno, a través de agencia,
de modo que teníamos hospedaje y viajes organizados previamente y un horario de
obligaciones suficientemente espaciadas para posibilitar reparadores descansos.
2.-
Observaciones que apuntan a un modelo preocupante de país
El evidente interés turístico, en el
sentido más amplio del término, tenía en mi caso una ventaja. Siendo
éste el primero en tal sentido, estaba precedido de otros nueve en los que tuve
también ocasión de observar el país, sus gentes, sus calles, completándolo con
sus fábricas, sus trabajadores, trabajadoras mayoritariamente, sus empresarios,
así como los y las dirigentes de lo que denominan “sindicato”.
Desde 2006 ello no me ha llevado a
apreciar ruptura alguna, pero sí una constante evolución, para completarlo en
esta ocasión con una imagen más preocupante que en anteriores ocasiones,
influida sin duda por las recientes informaciones sobre la supresión de los
límites temporales en los mandatos de dirección del Partido y de la
Administración, con el desarrollo del culto a la personalidad del actual
mandatario global, Xi Jinping (Secretario General del Partido, Presidente de la
República y de la Comisión Militar Central, como cada día nos recordaba el
periódico oficial en lengua inglesa “China Daily”). La evolución de un país
sometido a una férrea, y aparentemente eficaz, autoridad del Estado
protagonizada por el Partido único, denominado “comunista”. Con una apariencia
de disciplina colectiva, con mandos políticos, sociales y administrativos
obedientes al Partido, en el que el procedimiento de cooptación se aplica desde
el ingreso hasta la más alta dirección. Con aparentemente escasos momentos de
protesta, algunos duramente reprimidos, como lo fueron las masivas
manifestaciones de Tiananmen de 1989, y otros, denominados “incidentes de
masas”, algunos tolerados y en parte asumidos, como algunas huelgas
importantes, aunque no reconocidas como tales y calificadas como
“interrupciones del trabajo”. A todo ello voy a referirme para ligarlo a
observaciones directas de este viaje y a algunos recuerdos de los viajes
anteriores.
2.1.- Un evidente progreso en sus
condiciones de vida, y en la desigualdad. El valor de la riqueza personal. La
competitividad individual al límite
Una primera observación es el constante
incremento del nivel de vida en los 12 años desde mi primer viaje, evidente en
las calles de las grandes ciudades, pero también en los pueblos vistos desde
trenes y carreteras, más allá de las estadísticas, tanto las oficiales como las
de, por ejemplo, la OIT, que aprecia que China ha jugado un papel muy
importante en la reducción mundial de la pobreza. Creo que la impresión directa
de lo apreciado en sus calles (forma de vestir, progresiva desaparición de
bicicletas y luego de motos, parque automóvil, ausencia de mendicidad,
viviendas en los pueblos del recorrido, calles más limpias, mayor educación
cívica, incluso de atención al turista extranjero) viene avalada por el
evidente y fuerte incremento del turismo interior, con miles y miles
de ciudadanos chinos en todos los puntos de interés, en las ciudades y en los
campos y montañas. Los visitantes de la Ciudad Prohibida que he encontrado en
las sucesivas visitas que he realizado en estos 12 años (creo que 4) ha ido en
constante y muy acentuado aumento. En ocasiones éramos casi los únicos turistas
no chinos.
Esta consideración resulta confirmada
también por las cifras verificadas de los salarios, derivadas de unos salarios
mínimos legales entre 30 y 60 €uros mensuales según regiones del año 2006, a
los en torno a 300 en 2018 en las regiones industriales. A lo que cabe añadir
que ahora es mayor que hace 12 años la relación entre los salarios reales y el
salario mínimo legal, aunque parece que se mantienen casi iguales algunas
características, como son las largas jornadas de trabajo (más, a veces muchas
más, de 60 horas semanales), o los pocos metros cuadrados por persona en las
viviendas, …
Un evidente incremento del nivel de vida
general acompañado, como admiten incluso los documentos oficiales, de las
desigualdades. Elocuentes al respecto son también las formulaciones oficiales:
del “enriquecerse es glorioso” de finales del Siglo XX, a la afirmación oficial
del objetivo de una sociedad “armoniosa”. La enseñanza puede ser un buen
ejemplo de esta realidad. A la generalización de la enseñanza básica (con la
práctica desaparición del analfabetismo, al menos en las ciudades y también en
las fábricas visitadas en estos años) cabe añadir el parece cada vez más duro
camino que conduce a la enseñanza universitaria, que es garantía de acceso a la
clase dominante en todos los ámbitos de la vida colectiva. Estos días la prensa
informa de las muy duras pruebas de acceso a la universidad para seleccionar a
los 10 millones de nuevos universitarios, basadas en la “meritocracia”, aunque
para alcanzarla no debe olvidarse la incidencia del nivel social y económico
familiar de procedencia, incluso de la vivienda familiar, en el campo o en una
ciudad, y en ésta en uno u otro de sus cinturones de circunvalación.
Todo ello acompañado o estimulado, según
observaciones de algunos amigos que viven en el país, por una progresiva
cultura individualista, de culto al éxito, de la competitividad para
alcanzarlo, lo que mal encaja con el oficialmente proclamado tributo al
“Manifiesto Comunista” como base del actual “socialismo con peculiaridades
chinas”, como observé que se afirmaba con ocasión del 200 aniversario del
nacimiento de Carlos Marx celebrado en estas fechas.
2.2.-
Su desarrollo urbanístico
La fuerte migración interior, estimulada
por el mayor nivel de vida y las oportunidades de progreso individual que
ofrecen las ciudades, con unos 1.400 millones de habitantes censados, en un
país con importantes zonas deshabitadas, está dando lugar a grandes ciudades de
más de 20 millones de habitantes censados y otras más “pequeñas” de 5 a 7
millones. Se observa un desordenado crecimiento de las ciudades, conviviendo
grandes rascacielos, a veces próximos y de muy diferentes estilos, con restos
de los barrios viejos con viviendas de 2 a 5 pisos (muchas de éstas construidas
a finales del siglo XX con amplia destrucción de las anteriores), también con
otros restos más viejos, de los “hutongs”, con algunas veces paredes para
ocultarlos. Grandes ciudades, atravesadas por numerosas autopistas a diversos
niveles que rompen los barrios y contribuyen a una muy fuerte contaminación,
asumida formalmente como problema de primer orden.
Es necesario también señalar el
importante crecimiento de la red del metro, muy importante en las
grandes ciudades, y de las motocicletas eléctricas (para sobresalto de los
turistas europeos acostumbrados a nuestras ruidosas motos de gasolina).
Síntomas de este fenómeno lo son asimismo las placas solares en muchos de los
pueblos y pequeñas ciudades cerca de las que pasamos en tren o en coche, con la
explicación de que las simultaneaban con la red eléctrica para su
utilización “cuando luce el sol”.
2.3.-
Control policial
Paralelamente al incremento del nivel de
vida y del crecimiento de las megaciudades, ha ido aumentando el control
policial. El visible de forma evidente, lo que sugiere que el invisible habrá
aumentado aún más.
En mis primeros viajes pude pasear por
la Plaza de Tiananmen. Hoy es imposible, como consecuencia del entramado de
vallas metálicas que se ha ido colocando. Hoy es inimaginable una concentración
ni siquiera de unos pocos cientos en la “mayor plaza del mundo”, según dicen
ellos, en todo caso una plaza de unos 500.000 m2. Pasar al centro es imposible,
pero para pasar al otro lado de la plaza y llegar a la entrada de la Ciudad
Prohibida hay que utilizar pasos subterráneos cuyo acceso en diversas ocasiones
he encontrado cerrado, con esperas controladas por policías.
En todas las estaciones de metro había
ya hace años controles por escáner de los equipajes de mano. Hoy también hay
arcos para el control personal. Y, desde hace unos meses, en la Plaza de
Tiananmen al salir del metro hay varias colas ocasionadas por la policía que
toma nota del DNI de cada persona que circula por allí. Hemos encontrado controles
similares, parece que aún ocasionales, en otras estaciones del metro de
Beijing. De momento no en Guangzhou o Shanghai.
En la mayoría de lugares turísticos, al
adquirir los billetes de acceso, anotaban tanto los datos personales del
turista como los de la agencia que había gestionado la visita.
2.4-
Control digital
Tal control policial se ha complementado
y desarrollado con un claro aumento del control digital.
En uno de mis últimos viajes leí en el
oficial China Daily que se había empezado a aplicar un nuevo modelo de control
ciudadano en Shenzhen, la capital de la primera “Zona Económica
Especial” con la(s) que comenzó la exitosa,
económicamente, experiencia de economía de mercado con control estatal
impulsada por Den Xiaoping. Se trataba de cámaras de vigilancia, instaladas en
todas las calles, que permitían, añadía el periódico, detectar en instantes
cualquier infracción, robo, agresión, …, y seguir y detener a los culpables.
Ahora nos pareció, y los guías nos lo confirmaron, que el sistema se ha
extendido a todo el país. Nos afirmaron además que ello provoca una muy
positiva sensación de seguridad. Y de tutela de la “autoridad”, yo añadiría.
La masificación de los móviles, con un
porcentaje de usuarios en los metros de las grandes ciudades superior a los
metros de Barcelona o Madrid, va acompañado de un sistema de “whatsapp” propio,
el “wechat”, del que se afirma que tiene más de 1.000 millones de usuarios. El
control que ello permite venía indirectamente comentado estos días en un artículo
del China Daily afirmando la pérdida de “privacidad”. Yo añadiría a esa
observación el efecto desde hace unos pocos meses del bloqueo de “nuestro”
whatsapp, sumado al ya más antiguo del google y de todo el correo electrónico
ligado al gmail, también de los periódicos de mayor tirada en el mundo, de las
interrupciones de las televisiones no chinas cuando comentan algo que disgusta
al censor, … Es cierto que a la vez (probablemente con la lógica del “mercado”)
en los hoteles de Guangzhou de alto standing (no en los de 4 estrellas como los
que nosotros utilizábamos) nos dijeron que se había ampliado la apertura a
estos “peligrosos” medios de comunicación mundiales. Y es cierto también que
bastantes chinos utilizan un sistema de VPN (“virtual prívate network”) que
permite burlar estos bloqueos, así como los de las cadenas de TV mundiales. En
una reciente entrevista con el ministro de telecomunicaciones del país,
transmitida por los canales de TV chinos, éste tuvo que acudir a este
procedimiento para poder explicarse al fallarle lo que llevaba preparado.
Y, junto al control policial digital, la
generalización del control económico. Se ha generalizado, mucho más que por
nuestras tierras, el pago por móvil, incluida la compra en los mercadillos
callejeros e incluso a los carritos ambulantes de frutas y otras
chucherías.
Está por ver sin embargo si el complejo,
y relativo, aislamiento digital soporta la propia expansión global de la
economía y la política china.
2.5.-
Control político e ideológico
Todo lo anterior acentúa la impresión
del potente control político por parte del Partido Comunista, columna vertebral
de un tan extenso y variado país, obsesionado en los últimos años por evitar
los “errores” por ellos atribuidos al PCUS y su “responsabilidad” en el
hundimiento de la Unión Soviética. Un control policial acompañado del control
político no sólo del Partido como institución sino de su grupo dirigente,
intensificado tras la bula concedida en su último Congreso al Secretario
General para eternizarse en el poder. Está por ver si este neoestalinismo es
contradictorio o no con las propias necesidades de desarrollo del sistema, si
se garantizan los inevitables límites a la
corrupción que hasta ahora resultaban de la renovación de los órganos de dirección
del Partido y del Estado cada dos mandatos. En el periódico del Partido en
lengua inglesa me ha parecido observar una menor referencia a la lucha contra
la corrupción. Está por ver si se debe a que ya la hubieran casi erradicado (no
creo), o porque la estructura de poder está ahora más consolidada y no necesita
utilizarla para las luchas políticas entre las diversas facciones del PCCh como
en otros momentos.
De las conversaciones con los guías, y
de las consideraciones de algunos amigos en Beijing, se desprendería un
progresivo proceso de “despolitización” de la ciudadanía china, con la
creciente y casi única preocupación por el éxito individual, traducido en el
enriquecimiento personal, acompañados del orgullo nacionalista de un país que
ha conseguido tener (o afirmar sin réplica posible) “el nº 1” mundial en muchos
ámbitos.
Mis referencias a Tiananmen en las
conversaciones con los y las guías provocaba el salto a comentarios sobre las
bellezas del paisaje, o el silencio. Sólo uno se atrevió a un breve comentario,
poniendo en paralelo las masivas manifestaciones con la “Revolución Cultural”,
para señalar que eran dos “desviaciones”, una “de derechas” (en 1989 los
manifestantes de Tiananmen “pretendían implantar el capitalismo”) y otra “de
izquierdas”.
Esta despolitización, incultura
política, se expresa también en la desaparición de los periódicos de la calle,
de las estaciones y de los aeropuertos. Ni el del Partido. En las pantallas de
los móviles y tabletas en el metro no se veían sus expresiones digitales. En
los aeropuertos “internacionales” no se encontraba ningún periódico del
mundo.
2.6.-
Un país de hijos e hijas (menos) únicos, y autoritarios
Desde años sabemos de la política de
“hijo único”, impuesta hasta fechas recientes, con su traducción en la
preocupante pirámide de edades que ello provocaba, fenómeno acentuado por la
progresivamente mayor esperanza de vida. Preocupantes son también los
desequilibrios de género que están resultando de los abortos selectivos, a lo
que añadir la oferta de adopción de niñas chinas hacia el resto del mundo.
Ahora la utilización de la autorización de un segundo hijo/a parece que avanza
lentamente debido a la arraigada costumbre de
las familias con un solo hijo, acentuada, nos explicaban, y por la progresiva
carestía de la vida, con atención al coste de la formación, particularmente la
universitaria, tan importante para la promoción personal.
Estas consideraciones se han visto
complementadas por algunos comentarios escuchados estos días, como las impuestas
edades mínimos (en torno a los 20 años) para contraer matrimonio, con la
aparejada sanción a los hijos nacidos de no-casados: no existen oficialmente,
no pueden ir a la escuela, … Y por la impresión suscitada por lo visto en las
calles y los metros: la casi dictadura, no “del proletariado” sino de la prole,
de los niños y niñas “únicos”. Hemos visto a niños/as, muchos, que parecían
mandar (gestos, lloros, tirones, …) sobre sus padres y madres, abuelas y
abuelas. Es evidente que aquí también sucede, pero en otra proporción, pues
allí casi todos los niños y niñas son “únicos”, lo que supone que por cada
niño/a, hijo/a de padres también únicos, puede haber 6 adultos (padre y madre,
con sus respectivos padres y madres) para atenderle, cuidarle, escuchar sus
caprichos, lo que adquiere una particular dimensión cuando es una
característica mayoritaria en la sociedad. El niño o niña es un bien escaso,
único, que hay que cuidar, y mimar. No sé qué repercusión puede ello tener en
la conciencia colectiva de la población china, pero algo sin duda pesará.
3.- ¿Constituye China un modelo de país
rígido e inmodificable? Creo que aún cabe la esperanza. Allí y aquí
Por las notas que anteceden se
comprenderá una de mis primeras observaciones sobre este tan interesante país:
es un modelo preocupante de país, un modelo rechazable. Añadiría que habría que
evitar su generalización, cuestión no fácil por la fuerza de China, su
capacidad para suscitar admiración, atracción, ante las evidentes dificultades
en la construcción del futuro humano. Un país autoritario, con una al mismo
tiempo una evidente obsesión por proclamar su avance en supuestos derechos
individuales y colectivos, contraponiendo en ocasiones los derechos económicos
a las libertades. Y un modelo de país aplicado y explicado con métodos
autoritarios.
Un país ciertamente con indudables
avances en las condiciones de vida y de trabajo de su gente, avances también en
la formación, pero cuya defensa debería desarrollarse desde otra perspectiva
cultural y política, para incorporar las libertades como eje de la convivencia.
Me resisto a pensar que no es posible.
Cabe preguntarse hoy si Tiananmen ha
sido la última movilización masiva de la ciudadanía china y si los síntomas
detectados apuntan a una inamovible realidad social y política de ese gran
país. Mi respuesta es que no, que hay positivos síntomas posteriores. Mantengo
además la confianza en la vigencia de la teoría de las contradicciones sociales
y políticas y la experiencia de ella en la historia humana, en la capacidad de
tales contradicciones y su conflictivo desarrollo para corregir el rumbo de la
historia.
Añado ahora algunas notas para
justificar esta impresión, además de las consideraciones al respecto que
constan en mis anteriores informes, “aproximaciones sindicales”, y en un
trabajo más amplio sobre el sindicalismo chino y vietnamita (http://iboix.blogspot.com/2017/04/china-y-vietnam-del-sindicalismo.html).
Efectivamente Tiananmen no ha sido la
última movilización de masas importante en la República Popular China.
Sobrepasando los silencios oficiales, en 2010 trascendieron importantes
acciones de huelga en grandes fábricas del metal, esencialmente en las cadenas
de suministro de las multinacionales del automóvil y de las telecomunicaciones,
acentuadas parece en las de cabecera japonesa y favorecidas en éstas por
tolerancias gubernamentales explicables por las inercias antijaponesas de su
historia. En abril de 2014 tuvo lugar una de las huelgas más importantes en la
reciente historia de China en la localidad de Donguang, provincia de Guangdong,
una huelga victoriosa en la que participaron la gran mayoría de los 45.000
trabajadores de las fábricas de Yue Yuen Industrial Holdings, considerada la
mayor productora de calzado deportivo del mundo y que fabrica para las marcas
Nike, Adidas, Timberland, Puma, Crocs y otras.
El crecimiento económico con durante
años un mayor crecimiento de los salarios que de la carestía, el aumento
generalizado del nivel de vida, al tiempo que de las desigualdades, así como
próximos, y que preocupan, van a incidir sin duda en nuestra realidad. Pero en
la gran China va a incidir también la visión que de su realidad tenga el resto
del mundo. Dependencia, interdependencia, están al orden del día. Encontrar
aquí respuestas positivas, pelear por las respuestas más adecuadas en nuestra
pequeña España, en la también pequeña pero aún importante Europa, será una
contribución a nuestro propio futuro, pero puede ser también una contribución
en este mundo cada día más globalizado. sus límites (afirmados entre
otros por los empresarios de las fábricas de ropa en mis últimas visitas),
auguran, y seguramente facilitan, la acentuación de las contradicciones y en consecuencia
de las expresiones de protesta social y la exigencia de reformas y rupturas.
Las propias instituciones del “régimen” parecen permeables a esta realidad, y
algunos síntomas trascienden a pesar de los intentos de poner barreras,
murallas chinas de silencio, como se desprende por ejemplo de la resolución del
tribunal arbitral de Fujian que en 2014 resolvió, “por primera vez” según el
China Daily, a favor de los trabajadores en un caso de finalización de
contratos de trabajo, considerada “ilegal”, tras una huelga de 2 semanas.
Añadía el China Daily que “hasta ahora en la mayoría de los casos los
tribunales y autoridades arbitrales no apoyan las posiciones de los
trabajadores si éstos defienden sus derechos con huelga”.
Por todo ello, aunque consciente de las
limitaciones de un intento de reflexionar sobre lo apreciado en un viaje de
turismo, con lo visto, y aún con una cierta dosis de optimismo, de confianza en
la Humanidad, creo que el actual “modelo chino” (que por otra parte coincide
con indudables tendencias del devenir político en todos los rincones del
planeta) no es de inevitable consolidación. Convendrá estar atentos
a su devenir.
China parece lejos, a 10 horas en vuelo
directo de ida y a 13 de vuelta, pero lo que allí sucede, el modelo de sociedad
que allí se construya, puede afectarnos notablemente. Los problemas allí
planteados no son demasiado distintos de los nuestros, de los de nuestro mundo
más próximo, y la interrelación es cada día mayor. Y las respuestas de allí a
problemas que nos resultan
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