martes, 19 de abril de 2016

Sobre los desacuerdos que José Luis López Bulla aprecia con mis planteamientos sobre un proceso “constituyente” sindical, para la “refundación” del sindicalismo organizado


En su blog “metiendo bulla” (Mi desacuerdo con Isidor Boix) José Luis precisa los desacuerdos que aprecia entre nuestros dos trabajos (Las razones para la unidad sindical y REFUNDACIÓN: una propuesta para el necesario cambio sindical, para un nuevo sindicato) publicados por “pasos a la izquierda” en su número 4.

Creo que su demandada “prudencia” para abordar el proceso constituyente hacia la unidad sindical orgánica la aplica también mi amigo al analizar nuestras posibles discrepancias y definirlas como “dos”. Yo aprecio algunas más. Y considero de utilidad airearlas, sobre todo para ayudar a entender lo que decimos, para entenderlo nosotros (que estimo lo sabemos bastante), pero sobre todo los  lectores que sigan este debate. Porque hablamos de cosas muy serias, y creo de bastante interés.

La principal en mi opinión no radica en las “normas” para el Congreso Constituyente sobre las que luego volveré. La esencial estaría en la propia concepción de éste, en sus razones, en la “urgencia” con que lo planteo, y que supone precisamente por ello también mi desacuerdo con la interesante aportación al debate de Paco Rodríguez de Lecea (El dilema confederal).

Mi propuesta es la “refundación sindical”, preferiblemente unitaria, pero no necesariamente. Porque la razón fundamental radica para mí en la actual y grave crisis sindical en el marco más general de crisis de las instituciones de representación social, la crisis de confianza de los pretendidos representados hacia sus supuestos representantes. No son por ello prioritarias las efectivas razones históricas para la unidad orgánica partiendo de la más favorable coyuntura que resulta de la unidad de acción, como bien señala José Luis, aunque ésta no deba darse nunca como definitivamente consolidada sino como permanente objetivo a construir día a día, precisamente a través de la propia acción sindical. 

En el mencionado artículo, base del desacuerdo, intenté subrayar esta crisis de confianza de la clase trabajadora hacia el sindicalismo organizado como elemento central que demandaría tal refundación, unitaria o no, y que desde CCOO propongo se dirija a su espacio sindical entendido éste en su sentido más amplio, es decir su actual estructura, pero también sus “simpatizantes”, particularmente su votantes en las elecciones sindicales, incluidos los numerosos delegados no afiliados. Y a lo dicho allí, intentando profundizar en esta cuestión para mi esencial, me remito. Creo además que sería una buena forma, ahora ya, precisamente para avanzar en la propuesta de Paco Rodríguez de  “organizar sindicalmente a los trabajadores no organizados”.

En cuanto a las normas, se trata esencialmente de una primera propuesta, a matizar naturalmente por quien asuma la responsabilidad de impulsar tal convocatoria. Y coincido con José Luis en su carácter de “extrema dureza” y en la posible, o previsible, resistencia de los “que se benefician del ordenamiento antiguo”, en palabras de Maquiavelo recordadas por mi amigo.

Entiendo que para recobrar la confianza son necesarias, aunque no suficientes, medidas excepcionales, y a ello apuntan las limitaciones que sugiero, pensadas para dicho proceso “constituyente”, no necesariamente como normas eternas (ninguna debería serlo nunca). Pero otra observación aún: que algunos de los actuales dirigentes a los diversos niveles no puedan ser reelegidos en su misma función no significa que se les “vete”. Significa solamente que podrían seguir aportando a la actividad sindical desde otros ámbitos de organización, “inferiores” y también “superiores”. Que muchos otros hay.

Me resta solamente agradecer a José Luis su “provocación”, respondiendo a la mía. Creo que ayuda a avivar el debate sobre una cuestión que considero esencial para la supervivencia de las actuales organizaciones, y quizás formas, sindicales. No para el “sindicalismo”, que creo garantizado mientras subsistan las relaciones de trabajo “asalariadas”.

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