Bienvenido sea el conflicto
entre la multinacional Volkswagen y uno de sus proveedores, el Grupo Prevent,
con sede en Bosnia-Herzegobina, que fabrica piezas para las cajas de cambio y
provee además de telas y cuero para los asientos de los automóviles VW de las
marcas Golf, Passat, Tiguan y Touran.
Y bienvenido también el acuerdo
al que han llegado después de varios días en los que el Grupo Prevent bloqueó
su suministro provocando pérdidas importantes a la multinacional alemana y
caída de su cotización en bolsa, así como una reducción de tiempo de trabajo y
de salario a varios miles de trabajadores de 6 plantas alemanas de la casa
matriz de VW.
La revista empresarial alemana
WirtschaftsWoche afirma que se trata de un “peligroso precedente”. Peligroso
ciertamente porque quiebra la práctica de un modelo de relación mundial de las
multinacionales con sus proveedores a los que fijan unilateralmente precios,
calidad, plazos de suministro, … , un modelo uno de cuyos impulsores fue
nuestro “Superlópez” (Don José Ignacio López de Arriortúa, ingeniero vasco que
pasó por varias multinacionales para finalizar en Volkswagen), famoso también
como causante de uno de los mayores escándalos de espionaje industrial que
obligó a VW a pagar a General Motors 100 millones de dólares y a comprarle
durante 7 años por valor de 1.000 millones.
Decía “bienvenidos” el conflicto
y el acuerdo porque han aireado un problema de primera magnitud hoy, las
relaciones entre las cabeceras de las multinacionales y las empresas de sus
cadenas de producción. Una relación de poder con muy importantes repercusiones
en las condiciones de trabajo en estas cadenas de producción, que lo son a la
vez de subcontratación, que se extienden por todo el mundo y que llegan en
general a los países emergentes con peores condiciones de trabajo.
Bienvenidos pues si se cumplen
los miedos de la revista alemana y entra en crisis este modelo porque de ello
podrían surgir mejores condiciones para la acción sindical por la dignidad del
trabajo en el mundo.
Desde el primer día del
conflicto, hemos visto al sindicato alemán IG Metall preocuparse por su
repercusión en los salarios de los trabajadores alemanes. Es lo que le
correspondía. Pero no hemos visto (¡ojala me equivocara!) ninguna referencia a
las condiciones de trabajo de los trabajadores de sus proveedores del Grupo
Prevent, ni por parte del sindicalismo alemán ni de la Federación Sindical
Internacional IndustriALL Global Union.
Esperemos que este conflicto
ayude a superar las dificultades sindicales para abordar el trabajo decente en
las cadenas de producción mundiales, donde trabaja aproximadamente el 50% de la
clase trabajadora del planeta, aunque solamente el 3% sea plantilla directa de
las multinacionales.
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