“Un
país que ja anem fent” decía Raimon. Lo decía en los últimos años de la
dictadura franquista. Y es aplicable a todos los momentos históricos en los que
la iniciativa social colectiva pone en cuestión el statu quo imperante.
Seguramente estamos en uno de estos momentos, aunque sea empujados por algunas
batallas perdidas en los últimos tiempos.
Y así me sentí ayer
al acudir al acto en Barcelona de arranque del proceso que ha de conducir
previsiblemente a tener en pocos meses la nueva formación política (“Un
País en Comú” es su provisional denominación de inicio) heredera y
continuadora del movimiento social y político que ha llevado a Ada Colau a la
alcaldía de Barcelona, y a Xavier Domènech a encabezar la candidatura que en
Catalunya venció en las dos últimas elecciones generales españolas.
Me he sentido
profundamente identificado y representado por lo que ambos proyectos políticos,
estrechamente vinculados entre sí, han significado en esta etapa. También por
lo que expresa el acto de ayer. Precisamente por ello quiero formular en voz
alta algunas consideraciones críticas.
Creo que es un error
afirmar que “no es un proyecto electoral”, en lugar de señalar que “no es sólo electoral”, o que “no pretendemos
ganar elecciones”, en lugar de “no pretendemos sólo ganar elecciones”, felicitándonos sin embargo por haberlas
ganado y afirmando que las volveremos a ganar.
Me parece también un
error los diversos tics manifestados de denuncia genérica de los “partidos
políticos”, para contraponerlos a este proyecto que de hecho está construyendo
un nuevo (y los “nuevos” siempre lo son hasta que dejan de serlo) partido
político, aunque pretendamos que no caiga en vicios muy presentes en nuestra
vida política de hoy y de ayer.
Pero, sobre todo, me
parece un error, y no menor, ignorar en los parlamentos de ese acto a las
organizaciones políticas que, después de haber contribuido a las victorias de
Ada Colau y Xavier Domènech, participan decisivamente en este proyecto.
En el acto de ayer
se reconoció ciertamente la heroica lucha de los “padres y madres”, “abuelos y
abuelas”, los y las que trajeron la Segunda República española, y los y las que
contribuyeron al final de la dictadura franquista. Podría entenderse que fueron
luchadores individuales, valientes, uno a uno, una a una, aunque sin organización,
sin proyecto político. Y supongo que sabemos que no fue
así. Pero se calló. Como se callaron raíces esenciales de este nuevo proyecto
en nuestra historia pasada, y reciente, las que significan el PSUC, Iniciativa,
el PCC, EUIA, PODEM, Equo, En Comú. Citarlos, saludar su aportación, su generosidad en la
configuración del nuevo proyecto, no sólo es un tributo a la verdad, es también
una contribución a la necesaria cultura política colectiva que hemos de ir
construyendo día a día, con nuevas aportaciones y nuevas experiencias, pero con
profundas raíces en nuestra historia que no deben olvidarse. Y mucha cultura
política colectiva será seguramente necesaria en nuestro inmediato futuro.
(Me he inscrito ya
en la página web del proyecto, por lo que cuando me manden las oportunas
instrucciones anunciadas voy a enviarles estas notas)