Esta
es la afirmación que precedió a los dos NO de nuestro “Manifiesto 21-S”[1]
(NO a la independencia de Catalunya, NO al 1-O) y que presidió el acto con el
que ayer llenamos el salón de las Cotxeres de Sants en Barcelona. Un acto en el
que reiteramos los conceptos del manifiesto y que tuvo además al valor de
expresar pública y abiertamente una voluntad de solidaridad, de unidad y
fraternidad, con toda la clase trabajadora del Estado español. Con ésta hemos
de construir en primer lugar la alianza que necesitamos para conseguir otros
gobiernos en España y en Catalunya. Otros
gobiernos necesarios para otra política económica y social, también para
desbloquear la actual situación.
En
el actual debate político en Catalunya sobre la “independencia” se contraponen
dos identidades. Frente a la propuesta identidad nacionalista, excluyente, los
firmantes del Manifiesto priorizamos la identidad de clase de los trabajadores
de toda España. Y explicamos brevemente el porqué: desde su propia
composición, pasando por las luchas
comunes desde hace siglos, en el último en defensa de la República frente al
golpe fascista del 36, contra el franquismo por las libertades y ahora en
defensa de los derechos de la clase trabajadora frente a la crisis y contra las
políticas del gobierno del PP para hacerle frente, unas políticas que han
contado con el apoyo, no se olvide, de la derecha nacionalista catalana. Frente
a esta identidad de clase, los independentistas nos proponen la alianza con
esta derecha que no sólo ha apoyado la política económica de Rajoy, sino que ha
compartido con el PP sus prácticas corruptas: la Gurtel y el 3%, la Púnica y el
Palau.
Las
políticas del PP e independentistas se han potenciado mutuamente. Estos días lo
estamos viendo de nuevo con las medidas del Gobierno de Rajoy de agresión a las
instituciones de autogobierno de Catalunya, medidas que denunciamos y
rechazamos, y que constituyen hoy la mejor propaganda del 1-0.
Los
independentistas, haciéndole otro favor al PP, han conseguido desplazar del eje
del debate social, en Catalunya y casi también en España, los problemas
fundamentales de las actuales condiciones de vida y de trabajo.
Hay
que romper la actual confusión, el actual bloqueo político, y sin duda
actualizar nuestro ordenamiento jurídico acometiendo reformas estructurales,
territoriales y de distribución de competencias que satisfagan las aspiraciones
legítimas de la ciudadanía.
Los
convocantes de este acto y firmantes del manifiesto no tenemos una posición
idéntica de cómo proceder al respecto. Unos, entre los que me cuento, pensamos
que es necesaria ya una consulta, vinculante y con garantías, a toda la
ciudadanía de Catalunya. Otros plantean otras fórmulas de participación
democrática. Pero todos coincidimos en la necesidad de una negociación de los
resultados de esta intervención democrática de la ciudadanía de Catalunya, de
su traducción en todos los ámbitos: sociales, políticos y eventualmente
legislativos. Negociación social y política, porque rechazamos las acciones
unilaterales que vienen practicando tanto el Govern de la Generalitat como el
Gobierno de España.
Ante
cualquiera que sea la fórmula para superar la actual confusión, el actual
bloqueo, queremos afirmar que nuestra posición partirá de la voluntad y defensa
de la unidad y solidaridad de la clase trabajadora de toda España. Porque,
además, todo planteamiento en relación con esta problemática debe hacerse
volviendo a situar en el eje de la acción social y política propuestas de
acción colectiva para acabar con políticas que amparan la corrupción en
Catalunya y en toda España, para la profundización de los derechos civiles,
para la dignidad del trabajo, y, en la inmediatez, para que la salida de la
crisis sea verdad para toda la ciudadanía. Para avanzar en conquistas sociales
y democráticas.
Hay
que hacer frente al mismo tiempo a la involución que hemos vivido en Europa
frente a la crisis, hay que avanzar hacia una globalización sostenible, hacia
la globalización de los derechos. Hemos de superar los brutales impactos de la
crisis, de las reformas laborales, para enfrentar los retos de los procesos de
robotización y digitalización, …, para lo que necesitamos una acción social
colectiva muy amplia cuyo primer marco lo es el de la clase trabajadora de
todos los pueblos del Estado español, con todos los aliados que históricamente
hemos tenido.
Hay
que luchar contra el desempleo, la precariedad y los salarios de pobreza, la
corrupción y la evasión fiscal, el deterioro de servicios y bienes sociales
imprescindibles como la vivienda, la educación, la sanidad, la dependencia, la
crisis alimentaria y energética, … Pero sólo planteando la respuesta a esta
problemática desde los intereses y reivindicaciones de la clase trabajadora
podremos avanzar hacia conquistas eficaces.
Sólo así podremos además abordar adecuadamente el necesario proyecto de
futuro español de convivencia.
Estos
días hemos visto a dirigentes independentistas ir a Madrid a buscar el apoyo de
la ciudadanía de la capital de España. Es lógico, lo han hecho denunciando la
política del PP, lo que nos une, pero no les han ido a explicar que quieren
romper precisamente los históricos lazos de solidaridad, de acción conjunta,
que quieren fracturar la histórica solidaridad democrática de los pueblos de
España, la histórica solidaridad de nuestra la clase trabajadora. Y
efectivamente éste es el camino, hacer frente hoy a la política del PP, pro no
solos, sino conjuntamente con las fuerzas sociales y políticas progresistas y
transformadoras del conjunto del Estado.
Por
todo ello quiero terminar mi intervención con un “VIVA”, enlazando con la primera afirmación, la que preside el
Manifiesto que os hemos presentado,
¡¡VIVA LA
UNIDAD Y SOLIDARIDAD,
LA FRATERNIDAD, DE TODA
LA CLASE TRABAJADORA,
LA CLASE TRABAJADORA
DE TODOS LOS PUEBLOS DE
ESPAÑA!!
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