“Acción-Colaboración-Transformación” (ACT), así se tituló un proyecto
sindical en el sector de la industria mundial del vestido que se inicia en
2015, cuando el Acuerdo Marco Global con Inditex (el único aún entonces en el
sector) y la tragedia de Rana Plaza, con más de 1.000 trabajadores muertos en
el derrumbe de la fábrica, inciden con fuerza en uno de los sectores
industriales más globalizados y en el que se plantean los derechos a la vida y
a un trabajo decente como ejes de la acción sindical mundial.
IndustriALL Global Union, la Federación Sindical Internacional de los
sectores industriales, planteó abiertamente el tema del salario vital como una
exigencia central y señaló las cadenas mundiales de suministro de las
multinacionales como ámbito preferente para su reivindicación. Ello llevó a
abordar las condiciones de trabajo y de vida, y los derechos sindicales, en los
países de la economía emergente, de China y del Sudeste asiático en particular,
países con escasa, casi nula, negociación colectiva. Ello afecta directamente
además a marcas y empresas multinacionales, competidoras entre sí en los
mercados mundiales, que fabrican y compran muchas veces a los mismos
proveedores de los países emergentes, imponiendo de hecho condiciones de
trabajo que se traducen tanto en miserables condiciones de vida de sus
trabajadores como grandes beneficios para los empresarios locales.
Desde el sindicalismo global se planteó la necesidad de impulsar la
negociación colectiva en estos países proveedores, asumiendo que no podía ni
debía sustituirse el protagonismo de los sindicalismos locales. Así, en 2015 se
planteó la iniciativa sindical proponiendo este proyecto, al que inicialmente
se adhirieron 14 marcas y que situó como eje esencial que la Federación
Sindical global y las grandes multinacionales desarrollaran un plan de trabajo
para impulsar la negociación colectiva en cada uno de aquellos países entre sus
principales (y comunes muchas veces) proveedores y los sindicatos locales,
intentando a la vez sumar más marcas globales a la iniciativa.
Así se han implicado ya en el proyecto ACT las siguientes marcas y
multinacionales: Inditex, Arcadia, Asos, Bestseller, Cotton On, C&A, Debenhams,
Esprit, H&M, Kmart, NBrown Group, New Look, Next, Pentland, Primark,
Target, Tchibo, Tesco, Topman, PVH (Tommy Hifinger y Calvin Klein) y zLabels. A
señalar la reciente incorporación del grupo PVH, la primera multinacional
norteamericana en hacerlo, de evidente interés teniendo en cuenta la total
ausencia de éstas en los Acuerdos de Bangladesh y la inexistencia de Acuerdos
Marco Globales de las marcas USA.
Se han desarrollado numerosas reuniones de estas empresas con IndustriALL
Global Union para impulsar el proyecto: Ginebra, Amsterdam,. Londres,
Hong-Kong, Dacca, …, para finalmente traducirse en unas primeras iniciativas
que han llevado a establecer esquemas de trabajo concretos en los siguientes
países: Vietnam, Turquía, Myanmar, Bangladesh y Camboya. En cada uno de ellos
una de las grandes multinacionales ha asumido la responsabilidad de liderar la
gestión empresarial para la aplicación del proyecto ACT.
Se trata además de países con realidades claramente heterogéneas entre las
que cabe destacar: Vietnam con un sindicato oficial único que empieza a
practicar un sindicalismo de clase y que en 2016 discutió en una reunión de la
Red Sindical de los proveedores de Inditex un posible convenio colectivo de la
industria exportadora; Turquía, con una deriva gubernamental claramente
autoritaria y con un salario mínimo legal superior al de Bulgaria, país de la
Unión Europea; Camboya con un sindicalismo muy activo desde hace años que se
había planteado esencialmente la batalla sindical por el aumento del salario
mínimo legal decretado periódicamente por el Gobierno; Bangladesh, sacudido por
la tragedia de Rana Plaza, con más de 1.000 muertos el 24 de abril de 2013, que
había dado lugar al primer acuerdo mundial (2013-2018) multiempresas con el
sindicalismo global y alguna ONG para contribuir a la seguridad de los
edificios y a la prevención antiincendios y que ha supuesto un importante y
eficaz esfuerzo en este sentido, a la vez que la constitución de cientos de
Comités de Seguridad y Salud laboral, y Myanmar en transición desde una dura
dictadura militar de años y con graves a problemas étnicos cuya más brutal
expresión es la represión contra la minoría de los rohingya.
La heterogeneidad de estos países, de la propia estructura sindical y
empresarial de cada uno de ellos, de la no siempre clara voluntad de las
grandes marcas para avanzar en el camino abierto, puede provocar dudas sobre la
viabilidad del proyecto a pesar de la evidente necesidad de plasmar sus
propuestas en las condiciones de vida y de trabajo de millones de trabajadores.
Por ello es una muy buena noticia que los pasados días 12 y 14 de septiembre se
hayan reunido en la capital de Camboya todas las partes implicadas, globales y
locales, y se haya discutido abiertamente ya sobre un convenio colectivo del
sector.
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