(Una forma original de organización,
representación e intervención sindical supraempresarial)
El pasado mes de noviembre participé en
un seminario organizado en la Universidad de Salamanca sobre las redes
empresariales y su impacto en las condiciones de trabajo y la acción sindical.
A ello me referí ya en relación con las reciente Ley francesa sobre la “debida
vigilancia” de las empresas multinacionales en sus cadenas de producción (http://iboix.blogspot.com.es/2017/11/ley-francesa-sobre-el-deber-de.html)
Incorporo ahora el desarrollo de mi
intervención en este seminario en relación con los “Comités de Seguridad
Intercontratas”:
La organización de la producción y
empresarial en red plantea importantes problemas al sindicalismo, a la acción y
organización sindicales, a la negociación colectiva, a la aplicación de los
convenios, además de a la propia organización de la actividad económica. La
superación de los límites jurídicos de una única sociedad en una concreta
actividad productiva de bienes o servicios dificulta la creación de formas de
organización sindical para representar los intereses comunes de los
trabajadores de un conjunto empresarial, para resolver positivamente sus
posibles intereses contradictorios, para sintetizarlos en la búsqueda de los
intereses comunes y para la tutela de los diversos.
Me referiré ahora a las redes de
empresas en nuestro país, aunque la globalización incorpora una problemática
añadida cuando la estructura de la red de empresas desborda las fronteras
nacionales y se extiende en un ámbito sin un ordenamiento jurídico de directa
aplicación. En este último caso la experiencia más interesante es sin duda la
de los Acuerdos Marco Globales, con el añadido de la reciente Ley francesa de
Vigilancia Debida.
La heterogénea realidad de las
relaciones laborales, que ha sido un problema no secundario desde el
surgimiento de las primeras formas de actividad sindical, se ha convertido en
un problema clave en estos momentos, cuando se desarrolla de forma acelerada la
interrelación empresarial, industrial y comercial, dando lugar a las diversas
formas que pueden calificarse de “redes empresariales”, “producción en red”,
etc.
La vocación solidaria forma parte del
ADN del sindicalismo organizado y así siempre lo ha afirmado, pero no siempre
sus proclamas se han podido o sabido traducir de forma efectiva en formas de
organización y de acción, particularmente cuando el ámbito ha sido un grupo de
empresas de intereses empresariales y laborales no idénticos, como es el
conjunto que constituye una empresa matriz y sus proveedores, contratas y
subcontratas, es decir su cadena de valor.
Una concreta y compleja experiencia en
este sentido se planteó en Puertollano a raíz del terrible accidente que el 14
de agosto de 2003 causó la muerte de 9 trabajadores, todos ellos de las
contratas que operaban en la Refinería de Repsol de esa localidad. A partir de
ella y del posterior desarrollo de acontecimientos e iniciativas sindicales y
empresariales, se desarrollan esencialmente las consideraciones de este
trabajo.
1.-
Cuándo y cómo nacen los Comités de Seguridad Intercontratas
El primer “Comité de Seguridad y
Salud Intercontratas” se constituyó el 20 de febrero de 2004 en
Puertollano en el ámbito de la refinería de Repsol-Petróleo de esta localidad y
las contratas que en ella operaban. Era un órgano paritario de 12 miembros, 6
en representación de los trabajadores de tales contratas y otros 6 en la de las
empresas contratistas de la refinería. Los 6 representantes de los trabajadores
eran designados de entre los trabajadores de las contratas por los dos
sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, 3 cada uno. Los 6 patronales, de entre las
contratas, por parte de la organización local empresarial de Puertollano. En
sus funciones y modus operandi se establecía, para abordar y resolver los
problemas de Seguridad y Salud de la actividad de las contratas, su
funcionamiento autónomo y una reunión periódica con el correspondiente Comité
de Seguridad y Salud de la refinería de Repsol-Petróleo.
Se trataba sin duda de una fórmula
novedosa, sin ningún precedente en la práctica, en la medida que se aplicaba a
un grupo de empresas sin vínculo societario entre ellas, con actividades no
siempre relacionadas entre sí, con sólo un contrato de servicios con la empresa
principal, la refinería en este caso. La mayoría de ellas del sector del metal,
pero pudiendo pertenecer también a otros, al químico en particular. Una
estructura paritaria para una actividad que se proyectaba a las condiciones de
seguridad y salud de los trabajadores de este variado conjunto empresarial.
Para entender que en un acuerdo de 2003, puesto en práctica en 2004, se
integrara esta pluralidad de empresas contratistas conviene detenerse en la
evolución del tema en la refinería de Puertollano.
Después de años de trabajo sindical en
relación con las problemáticas condiciones de trabajo de las contratas
(principalmente salariales, de seguridad y de inestabilidad en el empleo),
ciertamente desigual en planteamientos e iniciativas, el 8 de noviembre de 1999
se firmó ya un “Acuerdo de Colaboración para la mejora de la Seguridad y
de las relaciones laborales en el complejo industrial de Puertollano”
por parte de la Consejera de Industria y Turismo de la Comunidad Autónoma de
Castilla-La Mancha, las principales empresas del Polo Químico de Puertollano
(Repsol-Petróleo, Repsol-Química, Elcogás, Encasur, Fertiberia y Eneco), la
Federación de empresarios de Puertollano (FEPU) y las Uniones territoriales de
los sindicatos CCOO y UGT en la Comunidad. Un acuerdo más largo en su enunciado
que en las iniciativas prácticas para su desarrollo.
El 29 de septiembre de 2000 se
suscribió, amparado en el anterior, un nuevo acuerdo con vigencia de 3 años y
algunos avances en relación con la jornada de trabajo (turnos de 8 horas en
lugar de 12), retribuciones (plus de parada) y estabilidad en el empleo,
creándose además una Comisión Paritaria de Control y Seguimiento. Este Acuerdo
establecía asimismo la creación de un “Comité de Seguridad Intercontratas”.
Pero éste no llegó nunca a constituirse.
A pesar de sus limitaciones e
incumplimientos, el Acuerdo del año 2000 de Puertollano suponía un paso
importante para regular las condiciones de trabajo en los complejos entramados
empresariales de los Polos Químicos, y fue referencia para otros acuerdos de
Repsol con los sindicatos CCOO y UGT, que fueron cerrándose en Bilbao,
Tarragona, Coruña y Cartagena hasta 2002.
En marzo de 2003 se abordó en
Puertollano la negociación del nuevo acuerdo que debía sustituir al del 2000,
poniéndose de manifiesto en los meses siguientes la escasa voluntad por parte
de Repsol y las demás grandes empresas del Polo, así como de las contratas que
allí operaban, de abordar los problemas planteados por los sindicatos. La
negociación se prolongaba sin avances cuando el 14 de agosto se produjo el
terrible accidente antes mencionado en la refinería de Repsol-Petróleo, en el
que fallecieron 9 trabajadores, todos de las contratas. Un momento en el que
mayor era el número de trabajadores de contratas operaban en las instalaciones
de refino. La tragedia sacudió tanto la sensibilidad sindical como la opinión
pública e incidió inevitablemente en la negociación aún abierta.
Tras un primer paro total de los
trabajadores de la refinería y de las contratas, se inició una dura y
prolongada movilización de estos últimos, con una desigual coordinación y
solidaridad desde los trabajadores de la refinería, planteándose todas las
cuestiones pendientes, aunque con un particular acento en las de seguridad y en
las económicas.
A lo largo de septiembre y octubre de
2003 se produjeron 6 días de huelga de los trabajadores de las contratas, con
un muy alto seguimiento, para iniciarse el 13 de ese mes una “huelga
indefinida” que se prolongó hasta el 19. Hubo acciones solidarias de los
trabajadores de la refinería, a la vez que tensiones entre éstos y los de las
contratas, así como entre una “plataforma sindical” de éstos y los sindicatos
mayoritarios, CCOO y UGT, de la refinería. Por parte de ambas confederaciones
sindicales intervinieron tanto las estructuras de fábrica (secciones sindicales
y comité de empresa) como las sectoriales (las Federaciones de la química y del
metal) y las territoriales (las Uniones Regionales de Castilla-La Mancha).
Junto a la acción sindical se desarrollaron manifestaciones de mujeres y
estudiantes, cortes de carreteras, cargas policiales, … Todo ello culminó en un
acuerdo firmado por los sindicatos con la organización de los empresarios de
Puertollano avalada por Repsol.
El acuerdo suscrito recogía una parte
importante de las reivindicaciones de los trabajadores de las contratas, entre
ellas la creación del “Comité de Seguridad y Salud Intercontratas”,
a la vez que abordaba problemas planteados desde hacía tiempo. Se trataba de
cuestiones que habían dado lugar a acuerdos parciales en algún momento, pero
que seguían sin establecer una clara ordenación de las relaciones laborales de
las contratas, concretamente en relación con la estabilidad del empleo (a
través de la sucesión de las diversas empresas contratistas), las específicas
cuestiones de seguridad (planes de emergencia y evacuación), las retribuciones
(pluses de parada), la formación (particularmente en materia de seguridad), el
tiempo de trabajo (su duración y el sistema de turnos), junto con otros
aspectos concretos de los sistemas de trabajo como las áreas de descanso y
aseo. Materias todas ellas que fueron objeto de nuevas negociaciones y acuerdos
en los años posteriores en el Comité de Seguridad y Salud entonces creado, a
través de reuniones específicas de éste o de reuniones conjuntas con el Comité
de Seguridad y Salud de las empresas principales del Polo Químico de
Puertollano, Repsol-Petróleo y Repsol-Química.
Tiempo después, fue el III
Acuerdo Marco del grupo Repsol el que en 2006 estableció en su
art. 34.2 la constitución de los Comités de Seguridad y Salud Intercontratas en
las empresas del Grupo. Y al año siguiente el Convenio General de la
Industria Química, en su XV negociación, lo hizo en su artículo 66.6.2.
En el ámbito del Grupo Repsol esta
disposición convencional ha tenido una, desigual en el tiempo, pero
generalizada aplicación. Menor ha sido su utilización en la industria química,
tanto por parte de las estructuras sindicales responsables de los polos
químicos, como de las secciones sindicales y comités de las grandes fábricas de
la industria química, multinacionales con importante presencia sindical la
mayoría. Probablemente el Polo Químico de Tarragona haya sido en el que mayor y
mejor aplicación ha tenido. En ambos supuestos siempre ha demostrado su
utilidad, tanto para resolver problemas concretos y mejorar las condiciones de
trabajo de las contratas (en seguridad, pero también en ordenación del tiempo
de trabajo y en las retribuciones), como para avanzar en la sindicalización en
éstas.
Luego la denominación “intercontratas”
se ha aplicado a diversas iniciativas, esencialmente sindicales, relativas a
cuestiones de organización del trabajo, particularmente de seguridad, en
empresas con una importante presencia de contratas en sus actividades.
2.-
Una experiencia de evidente interés, con una proyección mucho más amplia que la
Seguridad y Salud y los específicos Comités Intercontratas
Es evidente el interés de esta
experiencia desde la perspectiva de la acción sindical y de la negociación
colectiva para la prevención de riesgos laborales, para la defensa de la salud
y seguridad en los centros de trabajo. De la seguridad como problema
prioritario en muchas estructuras industriales, más en las contratas que
desempeñan una específica función de mayor riesgo. Pero es evidente también, y
aquí interesa destacarlo, que esta experiencia tiene una proyección que va
mucha más allá de las contratas y subcontratas de las grandes empresas y de los
polos industriales.
Desde el primer momento se comprendió
que la problemática que se plantea en las contratas no se integraba plenamente
en la normativa laboral, legal y convencional, tampoco en la práctica sindical
habitual, que se planteaba una inevitable tensión como consecuencia de la
heterogeneidad de su tratamiento como consecuencia de la diversidad de
las sociedades implicadas así como de las cuestiones contratadas por la empresa
principal, en general una gran empresa de un sector de la producción distinto
al de muchas de las empresas contratistas.
Cada uno de los problemas planteados
tiene ciertamente un posible tratamiento tanto en la legislación como en la
práctica sindical, pero su interrelación y su más adecuado tratamiento en el
entramado de la empresa principal y sus contratas y subcontratas no resulta tan
evidente.
La solución a esta problemática tiene un
evidente interés para su consideración en relación con esta específica
estructura empresarial, la de las grandes empresas y su red de contratas y
subcontratas. Pero también para las redes empresariales que se desarrollan en
un ámbito mucho más amplio y en crecimiento en este momento. Interés que
incluso que va más allá aún si se considera de forma específica y en sí mismo
el mundo de la pequeña y mediana empresa. Esta mayor dimensión es precisamente
lo que me interesa destacar en estas notas a partir de una nueva aproximación a
la experiencia surgida en Puertollano en 2003-2004.
2.1.
Creación, composición y funcionamiento de los Comités de Seguridad
Intercontratas
El primer problema que se planteaba es
cómo se constituye un órgano conjunto, común, en torno a un problema conjunto,
pero que afecta a trabajadores de distintas empresas, con actividades y régimen
laboral distintos, en ocasiones de también distintos sectores de la producción,
esencialmente de metal, químicas y construcción. Es evidente que el Estatuto de
los Trabajadores no daba una respuesta concreta, mientras que la Ley de
Prevención de Riesgos Laborales sólo abordaba hasta ese momento, el del
accidente mortal de Puertollano de agosto de 2003, la “coordinación” de las
responsabilidades e iniciativas empresariales, sin referencia alguna a la
intervención de los trabajadores, la unitaria y la sindical, que quedaba
de hecho relegada a una función subordinada a la empresarial.
La tensión provocada por el terrible
accidente mortal, la movilización de los trabajadores de las contratas, el
apoyo de los trabajadores de Repsol-Petróleo y la intervención orgánica
sindical, hicieron posible una fórmula original que establecía nuevas formas de
representación, y de relación entre las formas unitaria y sindical de
representación, dando lugar a los “Comités de Seguridad Intercontratas”.
La fórmula resultó sencilla:
correspondía a las Federaciones sindicales del sector (“las Federaciones
Sindicales más representativas de los trabajadores de dichas empresas”,
las del metal mayoritariamente, se dice en el acuerdo) la designación de los 6
representantes de los trabajadores. Se especificada que tal designación debía
producirse de entre los delegados de prevención de las diversas empresas
contratistas, es decir de entre los procedentes de la elección directa,
unitaria, por parte de los trabajadores de las diversas empresas contratistas.
La misma fórmula se trasladó luego al Acuerdo Marco de Repsol y al Convenio
General de la Industria Química, debido, en parte al menos, a una misma
iniciativa sindical en tales frentes, FITEQA-CCOO en aquel momento.
Una sencilla fórmula que merece sin
embargo mayor atención y suscita múltiples comentarios:
Las Federaciones Sindicales industriales
asumían así una representación directa de trabajadores de empresas diversas, no
siempre integrables en una misma actividad (acentuado por la fragmentación
societaria empresarial al uso), con posibles dificultades para elegir a
delegados o comités de empresa y a delegados de prevención, pero una elección
estimulada en cada una de las contratas por el mismo acuerdo. Más allá de esta
intervención e iniciativa sindical, de representación y dirección global, para
dar respuesta positiva a dificultades formales, me interesa destacar que la
participación sindical federal puede resolver un problema de fondo: cómo dar
respuesta a posibles intereses contradictorios de las diversas unidades de
trabajo integradas en un complejo proceso de producción o servicios. Digo
puede, y está por ver si sabe y cómo, pues esto también tiene que aprenderse
desde la propia experiencia de la actividad sindical. A veces hemos comprobado
la evidente dificultad que ello supone (véase, entre otros ejemplos, el de Coca
Cola).
2.2.-
Materias que se abordan desde estos “Comités Intercontratas”, afirmados como de
seguridad
La denominación “de seguridad” de estos
órganos sindicales obedece a su origen, a la incidencia fundamental y prioridad
de los temas de seguridad particularmente vinculados a tan trágicos accidentes
de trabajo. Pero pronto se desbordó esta aparente limitación. Por un posible y
positivo oportunismo, más de iniciativa sindical que empresarial. Pero también
por la interrelación de los temas de seguridad y salud con todo lo relativo a
las condiciones de trabajo, también con los salarios, con la política
retributiva en cantidad y conceptos.
Así lo hemos visto en las actas de los
acuerdos suscritos por estos comités paritarios, de los sindicatos con la
contraparte empresarial que los integraban, abordando los temas fundamentales
de la negociación colectiva, suscribiendo acuerdos de eficacia general, de
hecho efectivos convenios colectivos.
2.3.-
Qué representación y cómo se articula
A destacar en todo ello la naturaleza de
los interlocutores intervinientes en las negociaciones y suscriptores de los
acuerdos.
Por una parte el ya mencionado “social”,
es decir las federaciones sindicales sectoriales, que en ocasiones aparecieron
actuando conjuntamente y otras asumiendo cada una específica y directa
representación, las de metal y químicas esencialmente, expresando de una u otra
forma las diversas perspectivas desde las que se podía abordar esta
problemática, de forma diferenciada o conjunta. Hoy puede considerarse superada
esta diferenciación sindical sectorial ya que en los sindicatos
mayoritarios ambos sectores, desde diferente denominación, se encuentran
integrados en las federaciones “de industria”.
Por otra, tampoco ha sido siempre la
misma la representación “económica”, expresando una también particular
complejidad empresarial. En este caso las fórmulas han sido más variadas. Desde
la patronal del metal (por entender que de tal naturaleza eran la mayoría de
las contratas), como se ha dado en el polo de Gibraltar, hasta las uniones
empresariales territoriales y locales, como en el caso de Puertollano, hasta los
colectivos de empresas contratistas, como en el Polo Químico de Tarragona, o,
también en éste, cada una de las grandes multinacionales, en general químicas,
así como un conjunto de éstas, o una combinación mixta de multinacionales y
contratistas.
Esta forma de representación sindical,
federal sectorial, de un determinado y limitado conjunto de empresas, con
alguna característica en común, se suma así a algunas otras que ya habían
apuntado a la misma solución ante problemas similares. Tal fue el caso de la
mayoría de las negociaciones y acuerdos de reconversión industrial en los años
80 y 90 del siglo pasado. En el ámbito de las contratas, en este mes de
diciembre de 2017 se ha recuperado esta fórmula de nuevo en Puertollano, con un
nuevo acuerdo de Repsol-Petróleo con las Federaciones industriales de CCOO y
UGT para establecer condiciones de trabajo, esencialmente de retribuciones,
jornada, salud y seguridad laboral, de las contratas en relación con la parada
técnica programada.
3.-
Su proyección a la realidad actual
Esta experiencia apunta a cuestiones
presentes en las relaciones laborales no encuadradas de forma expresa en las
estructuras actuales, tanto desde la perspectiva organizativa de los
interlocutores sociales como de la regulación de las relaciones laborales y en
ámbitos no necesariamente limitados a convenios sectoriales estatales,
autonómicos o provinciales, sino definidos por características determinadas a
concretar en el acuerdo por los propios interlocutores sociales. Se trata tanto
de formas de representación sindical y empresarial, y también de específicas
materias, que no se adecúan a lo expresamente previsto en la vigente
legislación laboral, pero que ésta no impide, como de expresión y regulación
acordada de concretas condiciones de trabajo.
Aunque es evidente que no se trata de
una experiencia única en la creación de fórmulas atípicas, bueno sería tomar
nota y examinar la posible aplicación de las experiencias de los “Comités de
Seguridad Intercontratas” para abordar algunos problemas. A título de
sugerencia, ahí van algunos:
Uno de los ámbitos a considerar son las
pymes. Organizar sindicalmente a las pequeñas y medianas empresas ha sido
siempre un problema importante, porque importante es el volumen de empleo que
representan e importante poder contar o no con ellas para la acción sindical,
para la negociación y aplicación de los convenios sectoriales, para
impedir su desenganche de éstos mediante la aplicación de la reforma del PP con
aparentes “convenios colectivos de empresa”. También para impedir una cierta
competencia desleal entre empresas.
De vez en cuando se ha planteado la idea
de una representación de las pymes mediante la elección en ámbitos unitarios
como podrían ser los polígonos industriales, lo que podría desarrollarse tomado
el conjunto de éstos, en cuyo caso la dirección sindical correspondería a las
uniones sindicales territoriales, o sectorialmente, en este caso serían las
correspondientes federaciones sindicales del sector. Esta última posibilidad
tendría particular interés en los polígonos con una mayoría sectorial de
actividad. Teniendo en cuenta que los problemas de seguridad tienen elementos
en común en estos ámbitos, nada debería impedir organizar comités de polígono o
polo en estos polos industriales, salvo la falta de voluntad empresarial o
sindical. La voluntad sindical debería ser fácil de conseguir; la superación de
la reticencia empresarial podría necesitar del empujón de la acción sindical,
es decir de un trabajo sindical previo en el ámbito territorial y sectorial
correspondiente.
Otro ámbito en el que podría plantearse
es el de las redes de empresas, con el problema añadido de cómo se definen
éstas. En todo caso de la interrelación de los procesos de producción y/o de
servicios derivan sin duda problemas de seguridad, y probablemente de salud
laboral, estrechamente interrelacionados como consecuencia del propio entramado
empresarial, con mayor o menor coincidencia de espacio material. De tal
interrelación resultan necesarias respuestas coordinadas empresarialmente y
también sindicalmente. Y podría no haber demasiada distancia desde la respuesta
coordinada a tal problemática a la constitución de órganos sindicales o
paritarios interempresas para abordarla. En este caso la responsable de la iniciativa
debería ser la federación sindical del sector hegemónico en la red (las
actuales federaciones “de industria” o “de servicios” seguramente), para
discutirla con la estructura empresarial de la red si la hubiera, o con la
empresa hegemónica en la misma.
Quiero subrayar que estas propuestas
apuntan a formas de representación abiertas a la participación de todos los
trabajadores, es decir sindicados y no sindicados, aunque podrían también ser
específicamente sindicales, particularmente en una primera etapa. Su desarrollo
debería proceder de un convenio colectivo del ámbito que se proponga, de un
acuerdo en el mismo, complementario o en desarrollo de un convenio de ámbito
superior. Su creación a partir de un “convenio colectivo” tendría además el
interés de establecer el protagonismo sindical, los firmantes del convenio, en
el origen de esta forma de intervención, fomentando así la directa ligazón de
ambas expresiones de organización de los trabajadores.
Para responder a las posibles objeciones
a estas formas de organización o representación sólo quisiera recordar que el
art. 61 del Estatuto de los Trabajadores, primero del capítulo que establece
solamente las de los “delegados de personal” y “comités de empresa”, los
prologa no sin antes añadir “sin perjuicio de otras formas de participación”.
Desarrollo convencional que podría además contribuir a que se incorporaran
disposiciones en esta misma línea en el propio Estatuto de los Trabajadores
para consolidar y extender tal práctica.
No era mi intención, al iniciar estas
notas sobre la experiencia de los “Comités de Seguridad Intercontratas”,
terminarlas con una propuesta formal, pero me ha parecido de interés plantearlo
como sugerencia ante problemas reales de cierta importancia. Me conformaría si
ha provocado cierta reflexión sobre el tema.
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