De nuevo
sobre el “salario mínimo de ciudad”
Anteayer publiqué un comentario (http://iboix.blogspot.com.es/2017/12/salario-minimo-de-ciudad-pisarello-dixit.html) suscitado casi por el sólo título
del concepto enunciado y anunciado por el primer teniente de alcalde de la
ciudad de Barcelona, Gerardo Pisarello. Ayer José Luis publicó en su blog
“metiendo bulla” un interesante comentario que comparto (http://lopezbulla.blogspot.com.es/2018/01/el-salario-minimo-de-ciudad-en.html). El tema no está agotado y su
importancia aconsejaba darle más vueltas al asunto.
¿“Salario mínimo de ciudad”? Pensado desde Barcelona nos puede
llevar a preguntarnos por la relación entre algunos “salarios mínimos”, quizás
deseables para algunos: España, Catalunya, Barcelona, …¿por qué no Pedralbes?,
¿para los que ahí viven, o para los que ahí trabajan? Porque es evidente que
este barrio barcelonés también tiene su especificidad, de carestía por ejemplo
(alquileres, comida, tiendas de ropa, …).
Creo que estoy siguiendo un método de razonamiento que en mis
recuerdos estudiantiles aparece como de “reducción al absurdo”. Sigamos.
En realidad aflora un peligroso personaje: el corporativismo
insolidario del nacionalismo, localismo, individualismo. De evidente y viva
aplicación en estos años al “procés”.
Y sin embargo es evidente que cada ámbito tiene unas
características que aconsejan, exigen, tenerlas en cuenta al establecer sus
condiciones de vida, también de trabajo, salariales entre ellas. En realidad es
un problema que se ha abordado desde antiguo, desde el mismo origen de la
negociación colectiva. Que ha estado presente en las “reformas laborales”, como
en la del PP que ha llevado a primar el convenio de empresa. Que ha tenido
diversas traducciones, contradictorias también, en las estrategias sindicales.
Siempre los sectores de vanguardia, con más capacidad de lucha
y/o con más reivindicaciones, han tenido la tentación de avanzar en solitario
para supuestamente poder conseguir mejores resultados. Las empresas de
vanguardia, la sección de vanguardia en una empresa, la región o comunidad
autónoma, el país, … planteando resistencias a establecer una base común “que
nos perjudica”. Por esta lógica hoy no tenemos un salario mínimo europeo,
ni siquiera una propuesta sindical para conquistarlo, entre otras razones por
las reticencias de los sindicatos nórdicos (aunque algo empieza ya a cambiar al
respecto). También la vanguardia ha aprendido que, por fuerte que sea, si se aísla
acaba perdiendo. Y que para seguir avanzando es conveniente generalizar las
conquistas. La solidaridad como interés de los que la practican además de los
que la reciben.
Pero estos problemas, todos, empiezan a tener solución cuando se
alcanza su adecuado planteamiento. Algo de esto hemos ido haciendo en la vida
sindical. Para mí una experiencia próxima ha sido el Convenio General de la
Industria Química, también el del Textil-Confección. Antes, los del metal
provinciales (de Barcelona, de Gerona, …) en la perspectiva de un posible convenio
de Catalunya, con el objetivo de un convenio estatal del metal. Es decir: los
convenios sectoriales del mayor ámbito posible en el marco de las relaciones
económicas, industriales, legislativas, …, existentes. Para luego desarrollar
lo que hemos, habíamos, denominado “articulación” de la negociación colectiva,
una estrategia sindical desarrollada históricamente por el sindicalismo
italiano.
Así, en el Convenio General de la Industria Química, después de
años batallando por “tablas de empresa”, conseguimos establecer un Salario Base
por Grupo Profesional, de general aplicación a todas las empresas químicas de
España, y un Plus Convenio a negociar en cada empresa, muy ligado a las
condiciones específicas de cada una. Y, sin conseguirlo siempre, en muchos convenios
hemos reivindicado un mayor aumento en los salarios mínimos que en la masa
salarial. También avanzamos en órganos descentralizados de mediación y posible
arbitraje, posibles Comisiones Mixtas de Comunidad Autónoma. Algo de todo esto,
de estos conceptos, ha estado presente en el acuerdo sobre el Salario Mínimo
recientemente pactado por CCOO y UGT con CEOE y el Gobierno.
No es pues un problema menor lo que de hecho ha suscitado
Pisarello, reconociendo, como han reconocido, que no es competencia del
Ayuntamiento regularlo. Quizás harían bien en desarrollar lo que sí es función
municipal. Que es ya mucho, muchísimo. Y dejar a otros, a otras instituciones,
los sindicatos entre ellas, cumplir su cometido sin tutelas. Aunque una forma
de incidir en el tema sería desarrollar una política retributiva de sus
trabajadores, así como en la de sus proveedores y contratas a través de una
“política de compras”, desarrollando iniciativas históricas del Ayuntamiento de
Barcelona.
Por cierto, ¿cuál es la opinión de los sindicatos sobre todo
esto en este comienzo del año?
En todo caso, gracias a Gerardo Pisarello por haber estimulado
un debate útil. ¿Y si desde el Ayuntamiento se hablara de la “renta mínima”
(¡no es lo mismo!), y se interviniera en su aplicación efectiva, lo que es ya
más de su competencia?
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