Recordando
y recopilando algunas informaciones de la Federación Sindical Internacional de
Industria, “IndustriALL Global Union”, recogidas en este blog y en mi página de
Facebook en los dos últimos meses, resulta una interesante impresión: los
problemas del sindicalismo global están presentes en ocasiones en la acción
sindical diaria. Son conflictos laborales en los que parece determinante la
dimensión empresarial global, la problemática interrelacionada de sus cadenas
de suministro, de sus redes de producción. En las iniciativas sindicales de
ello derivadas aparece la voz del sindicalismo global organizado, interviniendo
o, como mínimo, opinando e informando. Y en todos los casos, la información
reseñada nos lleva a considerar toda la cadena de suministro, desde la matriz
hasta su último proveedor en los países emergentes.
Así lo
hemos visto estos días en las cadenas de producción mundiales de las
multinacionales coreanas Hyundai, Kia y Hankook Tire, de la europea
ArcelorMittal, de la francesa Yves Rocher o de la americana Ford. También en
las fábricas textiles de Jordania o Etiopía que fabrican ropa para marcas
americanas, israelitas y europeas. Multinacionales en las que en algunas
ocasiones la iniciativa y movilización sindical se ha extendido ya desde sus
casas matrices hasta sus filiales y proveedores europeos (Hungría, Rusia,
Francia, Alemania, Turquía, …), latinoamericanos (Brasil), asiáticos (Jordania,
Rusia, Turquía) y africanos (Etiopía).
En estos
focos de acción sindical hemos visto además la presencia del sindicalismo
global organizado (IndustriALL Global Union) informando, coordinando y también
orientando.
Si nos
detenemos en los contenidos, podemos comprobar que, junto a las
reivindicaciones inmediatas salariales y de libertad sindical, aparece con
fuerza la exigencia de un ACUERDO MARCO GLOBAL en las cadenas de producción de
Hyundai, Kia y ArcelorMittal. Aunque no está claro si en todos los casos se
incluye expresamente a la cadena de suministro completa, es decir proveedores,
contratas y subcontratas, el solo planteamiento tiene ya un gran valor.
Un gran
valor porque el panorama actual no es para estar satisfechos en esta cuestión.
En este momento solamente constan en la industria mundial 47 Acuerdos Marco
Globales, y, para todos los sectores, la OIT señalaba en 2015 la existencia de
112 de estos Acuerdos, de los que solamente 7 hacen referencia expresa a su
cadena de suministro completa. Una cifra interesante ya, pero que no nos puede
hacer olvidar que en el mundo hay en torno a 60.000 multinacionales, de ellas
unas 10.000 con compromisos formales (casi todos aún unilaterales) de
Responsabilidad Social. Unas multinacionales en cuyas cadenas de producción y
distribución trabaja ya aproximadamente el 50 % de la clase trabajadora
mundial, que producen en torno al 60 % de los bienes y servicios
mundiales y protagonizan el 80% del comercio internacional.
No podemos
resignarnos a lo que pone de manifiesto el desglose que daba la OIT en 2015 de
estos 112 Acuerdos Marco Globales (AMGs): 1) Países con más de 9 AMGs: Alemania
con 29, Francia con 15, España con 12, Suecia con 10, 2) Países con 4 a 9 AMGs:
Italia, Noruega, USA, Brasil, Portugal, Holanda, Malasia, Guayana e Indonesia,
3) Con 1 a 3: Canadá. Rusia, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Bélgica,
Dinamarca, Gracia, Suiza y Sudáfrica.
Para
completar estas consideraciones, y subrayar la componente global del
sindicalismo local, quiero destacar lo positivo que supone el Convenio
Colectivo de la industria de la confección de Jordania. Un convenio colectivo
sectorial, de los que hay muy pocos en los países emergentes, que incluye
expresamente a los trabajadores inmigrantes (unos 50.000 de los 70.000 del
sector) y sus condiciones de trabajo no discriminatorias. Más valor tiene aún
este convenio sectorial nacional cuando llevamos ya 4 años de un importante
proyecto global, el denominado ACT, por el que el IndustriALL Global Union ha
pactado con 20 de las mayores marcas mundiales del vestido impulsar la
negociación colectiva entre sus empresas proveedoras y los sindicatos locales
en los países productores. Pero, hasta el momento, no se ha pasado de
interesantes y solemnes reuniones sin aún ningún resultado concreto a la
vista.
Los
síntomas que se desprende de las informaciones y cifras comentadas nos llevan a
considerar posible, necesario, una mayor iniciativa sindical. Y, si se me
permite una sugerencia, haría un par de propuestas. Dos tipos de reuniones auspiciadas
o convocadas por las correspondientes confederaciones nacionales y/o sus
federaciones sectoriales nacionales, junto con las estructuras sindicales
supranacionales:
1.-
Reuniones, en cada uno de los principales países en los que hay la mayoría de
sedes de las 60.000 multinacionales, los del “Norte” social, de las secciones
sindicales de las cabeceras de las multinacionales más importantes del país.
2.- Y, en
los países emergentes a los que llegan las terminales de las cadenas de
suministro de las multinacionales, reuniones de los sindicatos locales con las
secciones sindicales de las cabeceras de las principales multinacionales que
operan, que compran, en su país.
Estoy
hablando de reuniones muy sencillas en sus contenidos: intercambio de experiencias
de lo que ya se está haciendo, consideración de los principales problemas en
las relaciones laborales de las correspondientes cadenas de suministro,
iniciativas para extender las experiencias útiles.
Mucho está
en juego. Entiendo que el modelo social europeo, la sostenibilidad mundial,
depende de que se globalicen los derechos, de las movilizaciones sociales
orientadas expresamente a tales objetivos, conscientes de su estrecha relación
con los problemas más inmediatos de cada día en cada rincón de este mundo.
Los ejemplos mencionados al
inicio de estas notas apuntan a
que algo se mueve en este sentido.
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