Y
también la irresponsabilidad, y permanente provocación, desde el Gobierno de
España, del gobierno del PP. Desde su oposición al Estatut de Catalunya de
2006, recortado luego por el Tribunal Constitucional, hasta su persecución del
1-O culminada con las agresiones policiales.
¿Cuál
es la peor de las incompetencias, de las irresponsabilidades? ¿La del Gobierno
del PP, o la del Govern de “Junts pel SÍ”-CUP? Tanto monta, monta tanto.
Por
otra parte entiendo que no es éste el principal problema. En mi opinión lo más
grave es la, todavía pendiente, respuesta eficaz a la extraordinaria
movilización popular que se ha ido desarrollando a lo largo de los últimos
años.
¿Cuál
es el proceso para dar esta necesaria respuesta? ¿Diálogo-negociación del
Govern catalán con el Gobierno español? ¿De Rajoy con Puigdemont? No parece que
sepan sobre qué han de dialogar-negociar, ni que realmente quieran.
Pero
sí puede, debería, resolverlo la ciudadanía de Catalunya para determinar su
relación con el Estado español. Con una convocatoria a la que nos sintamos
todos los catalanes llamados, en igualdad de condiciones, con plenas garantías
democráticas (pregunta, administración electoral, campaña, censo, recuento, …).
Estas garantías no se dieron el 1-O, que constituyó una extraordinaria
movilización, pero que no fue ni una consulta ni un referéndum.
No
parece posible en el marco de la Constitución, nuestra Constitución
democrática, un “referéndum de autodeterminación”. Pero no es imposible
organizar una efectiva consulta para conocer la voluntad del pueblo de
Catalunya, con el previo compromiso político de asumir su pronunciamiento y de
desarrollar el diálogo-negociación para su aplicación, incluyendo las reformas
legales que de la misma pudieran resultar.
Ni
el Gobierno de Rajoy ni el Govern de Puigdemont parecen estar en condiciones de
desarrollarlo, pero ello no debería ser un impedimento. Las urgencias ahí no
valen. Lo que vale es desarrollar un proyecto político profundamente
democrático en Catalunya y en toda España, con otros gobiernos, que incluya tal
consulta y en el que sumen y coordinen sus fuerzas independentistas y no
independentistas.
Y,
a la vez, no se nos olvide, situar de nuevo en la agenda política y social los
graves problemas de fondo pendientes, aparentemente olvidados en este momento,
de necesario avance en los derechos políticos, pero también sociales,
económicos, de condiciones de
condiciones de vida y de trabajo.
Algunos,
creo que muchos, lo queremos hacer con la clase trabajadora del conjunto de
España, con las organizaciones sociales y políticas de progreso del conjunto
del Estado español, porque nuestros problemas y nuestras reivindicaciones están
estrechamente interrelacionadas, porque nos sentimos implicados en una larga
historia común.
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